Con el más reciente fenómeno de la temporada, ‘Chernobyl’, nos hemos preguntado cuál es el coste de las mentiras. Esa era la principal pregunta que se hacía su protagonista al recordar el desastre nuclear de 1986, en cuya búsqueda de culpabilidades importaron más las apariencias que la defensa de la verdad. Curiosamente, hay otra serie que ha convivido con la de HBO sin hacer tanto ruido, pero que comparte su voluntad de buscar respuestas allí donde se produjeron injusticias, y sobre todo mostrar el daño que estas han provocado en personas inocentes. ‘Así nos ven’, la nueva miniserie de Netflix, se abre paso en unos meses llenos de grandes nombres seriéfilos (‘Black Mirror’, ‘El cuento de la criada’, ‘Big Little Lies’) para reivindicarse como uno de los mejores títulos del año. Un docudrama en cuatro episodios sobre uno de los casos judiciales más polémicos de Estados Unidos, dirigido por una de las grandes promesas del cine norteamericano, Ava DuVernay (‘Selma’).
Centrada en el caso de cinco adolescentes conocidos como “Central Park Five” (“Los cinco de Central Park”) acusados falsamente de violación en abril de 1989, esta serie nos recuerda que detrás de los más flagrantes errores judiciales hay vidas humanas que se van al traste. Las de Antron (Caleel Harris), Raymond (Marquis Rodriguez), Kevin (Asante Blackk), Korey (Jharrel Jerome) y Yusef (Ethan Herisse) tocaron fondo en aquel momento, y es hora de que la historia de lo que realmente ocurrió entre comisarías de policía, interrogatorios ilegales, juicios sucios y racismo institucional salga a la luz en boca de quienes lo vivieron. Esta no es tanto una cronología de los hechos como un retrato de su súbito paso de la infancia a la vida adulta. Y a DuVernay no le tiembla el pulso al mostrárnoslo.
Una historia de injusticia
Todo ocurrió el 19 de abril de 1989. Hacia las nueve de la noche, cerca de 30 jóvenes entraron al Central Park de Nueva York desde Harlem con ganas de armar un poco de jaleo, molestando a los viandantes que encontraban a su paso. Incluso un par de ellos acabó dando una paliza a un corredor, que tuvo que ser hospitalizado. Algo lejos de donde ellos se encontraban, pero en el mismo parque, Trisha Meili salió a correr como cada noche. La joven de 28 años fue golpeada en la cabeza con una rama y arrastrada fuera del camino, donde fue golpeada, violada y posteriormente abandonada en un estado absolutamente precario, al borde de la muerte. Cuando la policía encontró su cuerpo, los jóvenes ya no andaban lejos del lugar del crimen. Parecía una coincidencia demasiado perfecta, y es que, ¿cómo evitar pensar que estas personas que iban intimidando a transeúntes podrían ser los autores del crimen?
Esa relación de ideas no se hizo en base a pruebas físicas, ni a confesiones, ni a detalles ofrecidos por la víctima, ni a testigos, ni a nada en absoluto. Fue una asunción en la que tomó partido Linda Fairstein (interpretada en la serie por Felicity Huffman), que afirma (en la ficción) que "cualquier joven afroamericano que estuviese en ese parque es un potencial sospechoso".
Así, algunos de los chicos que habían sido arrestados por desorden público, o incluso como testigos del crimen de la corredora, se convirtieron rápidamente en posibles criminales. Tras escoger a cuatro eslabones débiles y separarlos en salas de interrogatorio distintas, el caso empezó a tomar forma en manos de la policía. Tuvieron retenidos a esos niños, de entre 14 y 15 años, durante casi un día entero, sin comida ni agua, acosados con preguntas sobre personas que no conocían (eran desconocidos entre ellos) y una mujer que jamás habían visto. Horas y horas de exhaustivo y violento interrogatorio, sin la presencia de sus padres o abogados. El objetivo era romperlos, hacerles confesar, antes de que algún adulto pudiese aconsejarles de lo contrario, un proceso que repitieron con el quinto en discordia, Korey Wise, el único mayor de 16 años y que sólo se encontraba en la comisaría para acompañar a su amigo Yusef. Es decir, ni siquiera estaba detenido, y aun así acabó cayendo al saco para dar sentido a la historia que la policía quiso fabricar en aquellas horas críticas.
DuVernay muestra estos procesos en el primer episodio de una forma implacable, y poniendo el foco en un detalle muy claro: el lenguaje que se utiliza para hacer calar los mensajes importa, y mucho. La cineasta pone énfasis en cómo se eligieron perfectamente los términos con los que referirse a los jóvenes, desde la deshumanización absoluta del mote "los cinco de Central Park" hasta toda una serie de palabras propias del mundo animal que se usaron para describir su comportamiento aquella noche. "Manada de lobos" (para describir su forma de actuar), "salvajes" ('wilding' fue una palabra clave durante todo el proceso real) o "presa" (para referirse a la víctima) fueron conceptos recurrentes que usó la fiscalía y que la prensa expandió por todas partes. Aunque DuVernay lo apunta sin ahondar demasiado en ello, la cobertura mediática del caso fue uno de los pilares fundamentales para que fuesen declarados culpables.
Una campaña de acoso y derribo a la que se unió, curiosamente, Donald J. Trump. Su presencia recurrente en 'Así nos ven' no pasa desapercibida, y ese mismo es su cometido. El que por aquel entonces era un especulador inmobiliario con una fortuna billonaria (bueno, no ha cambiado demasiado) pidió, tan sólo dos semanas después del arresto de los jóvenes y sin haberse celebrado aún los juicios pertinentes, que se reinstaurara la pena de muerte para acabar con sus vidas. Con las vidas, recordemos, de niños de 14 años. Pagó 85.000 dólares a cuatro de los periódicos más importantes de la ciudad, incluido el New York Times, para que publicasen una carta firmada por él mismo llamando al odio hacia los detenidos. Aunque ver a Trump incitar al odio no es algo que debiera sorprendernos a estas alturas:
Era un momento difícil para la ciudad de Nueva York. Según cuenta The Guardian, la pobreza ascendía a un 25% mientras Wall Street era un hervidero de beneficios. La violencia y el crimen se empezaba a disparar en aquel entonces, y, como apunta Fairstein en el primer episodio, en un año se habían denunciado más de 3000 violaciones a mujeres. No era una anécdota, era una epidemia, y la fiscalía estaba buscando desesperadamente un cabeza de turco. Y obtuvieron cinco.
Cómo el caso cambió el sistema estadounidense
Ya sabemos cómo siguió la historia: tras un juicio sin más pruebas que las falsas confesiones en vídeo obtenidas en un interrogatorio altamente cuestionable, los cinco jóvenes fueron condenados culpables. Los cuatro menores acabaron cumpliendo sentencia en reformatorios, mientras Wise tuvo que enfrentarse a la primera división. Estuvieron encerrados de 5 a 15 años (cada uno cumplió lo que le tocaba) hasta que, en 2002, Matías Reyes confesó el crimen mientras ya estaba en prisión por otras violaciones. Como vemos en la serie, y no es ninguna licencia creativa, Reyes y Wise coincidieron brevemente y eso le impulsó a decir la verdad y ponerse otro crimen más sobre sus espaldas.
Y es que, si rastreamos la pista del verdadero culpable hasta abril de 1989, parece increíble que un cuerpo de policía no pudiese atar los cabos. Tan solo dos días antes del ataque a Trisha Meili, una mujer denunció una violación en Central Park y el nombre de Reyes llegó a estar sobre la mesa, pero nunca se siguió la pista. Además, después de los arrestos del día 19, atacó a un total de cinco mujeres diferentes hasta que por fin fue arrestado. Nunca se hizo la relación con el caso de la corredora hasta que confesó, y las pertinentes pruebas demostraron que decía la verdad.
Los cinco de Central Park fueron exonerados, y llegaron a recibir 41 millones de dólares de la ciudad de Nueva York, la compensación más cuantiosa jamás entregada por una negligencia judicial. Pero lo que consiguió su caso fue más allá de los propios implicados. En sus interrogatorios solo se grabaron las confesiones finales, pero no todas las horas anteriores, impidiendo ver el contexto en que las declaraciones se habían hecho. Ahora, un total de 25 estados del país piden registros electrónicos completos de todas las conversaciones con sospechosos. También, en 2011, se determinó por primera vez que la edad debía de ser tenida en cuenta durante dichos interrogatorios, y hasta tres estados requieren actualmente que haya un abogado en la sala con los menores.
"Este ha sido uno de los casos más importantes en el campo de la investigación y el estudio de confesiones falsas, sin lugar a dudas. Fue una de las alarmas que sonaron cuando estos hombres fueron exonerados por el ADN. Tras ello, todo ardió".
Lo dice Laura Nirider, codirectora del Centro de Condenas Injustificadas, en un artículo de la revista Esquire. "La importancia de este caso para la investigación, pero también para la conciencia pública de este problema, no puede ser subestimada", añade. Nirider fue asesora en otro un documental anterior, estrenado en 2012 y titulado 'Los Cinco de Central Park'. La película de Ken Burns, Sarah Burns y David McMahon ya dejaba claro el interés y relevancia que esta caso ha tenido para la justicia estadounidense, pero hay algo que le diferencia de 'Así nos ven' más allá de la narrativa de ficción o no ficción. En el año de su estreno, Barack Obama ocupaba la Casa Blanca y el documental funcionaba como exposición de un caso emblemático y el recordatorio de que la justicia no siempre es justa, ni está libre de prejuicios. Sin embargo, la serie de Ava DuVernay llega en un momento en el que Trump, que ya quiso tomar partido en su momento con el caso, es quien manda en el país. Un momento en el que habla de construir muros que pagarán otros, prohibir la entrada a personas solo por la religión que practican o el color de su piel, calificar a toda una población vecina de "violadores", y en el que su lenguaje y discurso se basan en un odio que aviva las masas más violentas e intolerantes.
En un momento como este, recordar el caso de 1989 (y darle ese justo protagonismo a las intervenciones del multimillonario en el contexto de la historia) se antoja más que una reflexión. Es una llamada a las armas, una invitación a recordar lo que los discursos ciegos de odio pueden provocar en las vidas de personas inocentes, y también a la irresponsabilidad que un hombre de la élite mostró al interceder en un caso cuyo juicio no se había ni celebrado. La misma irresponsabilidad que muestra hoy en sus intervenciones públicas y sus políticas de estado. DuVernay está dispuesta a no ser sutil con sus referencias a Trump, porque no estamos en un momento para andar con sutilezas.
El foco está sobre las personas
Mientras los sucesos de 'Así nos ven' ocurrían en 1989, la ciudad de Nueva York entró en una paranoia absoluta avivada por los medios de comunicación y los coletazos de racismo de los más poderosos. Sin embargo, la serie mira a toda esa vorágine de lejos, casi ajena a ella, porque sabe bien dónde está la perspectiva que le interesa: en sus cinco protagonistas. DuVernay apuesta por poner el foco en las personas, en su sufrimiento, en sus cambios, en sus oraciones, en sus remordimientos. Está mucho menos interesada en los sistemas políticos, legales o mediáticos de lo que lo está en cómo el proceso afectó a las vidas de los cinco de Central Park.
Antron, Raymond, Kevin, Korey y Yusef no solo tuvieron que enfrentarse a la falta de libertad y el escarnio público, sino sobre todo al precario estado de sus vidas después de la tormenta. Y es que, como la misma cineasta contaba en su documental 'Enmienda XIII' (2016), sobre el fenómeno del encarcelamiento masivo de afroamericanos en Estados Unidos, las condiciones en las que puede vivirse después son insostenibles, y fomentan la vuelta a las actividades delictivas (caso que vemos en uno de los protagonistas). Pero, de nuevo, la serie no quiere que recordemos las estadísticas o la cronología de los hechos, sino que sintamos el dolor de los golpes y la injusticia. Es un caso sobradamente conocido en Estados Unidos, por lo que la intención de esta nueva adaptación no es repetir lo ya dicho, sino adentrarse mejor en las vidas personales de los personajes y encontrar en ellos una luz entre toda la oscuridad de su historia.
La cineasta sabe encontrar esos momentos. Por ejemplo, cuando la hermana de Kevin, Angela (Kylie Bunbury), cuenta una anécdota sobre la conexión inesperada con un cliente, y de cómo esas pequeñas cosas (esperar a que vuelva al día siguiente, arreglarse el pelo ante la expectativa de su llegada, que sonría desde el final de la cola) acaban convirtiéndose en el motor que nos ayuda a seguir adelante con la vida. También cuando, en el último episodio de la serie y metida por completo en la historia de Korey Wise, combina la realidad y la fantasía, lo literal y lo imaginado, como si la cámara ahora estuviese tras la mirada del personaje. Estos momentos, su espíritu de lucha, su mirada a las personas y también su retrato de una ciudad en constante cambio durante más de una década son algunos de los muchos elementos que convierten a 'Así nos ven', como decíamos al inicio, en una de las mejores series del año. Una que nos recuerda que el coste de las mentiras es un precio que pagamos todos.

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.
En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.
Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.