Ferenc Puskás era la gran figura que tenía Hungría en la década de 1950. Junto con Sandor Kocsis formaron una de las duplas más letales y llevaron a su país al oro en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1951 y en el Mundial de Suiza en 1954 lograron el subcampeonato, donde eran grandísimos candidatos. Pero la estrella del Budapesti Honvéd, que luego pasaría al Real Madrid, tuvo su momento lúgubre en el fútbol. Ese momento fue en la Copa del Mundo jugada en Suiza, cuando en los cuartos de final Hungría derrotó a Brasil en Berna.
Aquel encuentro del 27 de junio de 1954 prometía ser un partidazo. Dos equipos que desplegaban un buen fútbol para la vista. Y sus antecedentes también iban de la mano, Brasil había obtenido el segundo lugar en 1950 y Hungría era el campeón olímpico y manejaba un juego vistoso. Ese partido terminó en victoria húngara por 4 a 2. Pero, como muchas veces en los mundiales, el resultado no fue lo más recordado.
El desarrollo del cotejo fue muy disputado y el árbitro inglés Arthur Ellis llegó a cobrar un total 42 faltas. Hungría contó con dos penales a favor y Ellis le mostró la tarjeta roja a tres jugadores, dos brasileños (Nilton Santos y Humberto) y al capitán magiar József Bozsik. Pero esto no fue nada comparado a lo que sucedió al final del partido. Todo se fue de las manos cuando el juez pitó el termino y todos los que estaban en el campo, jugadores, entrenadores, ayudantes y suplentes se agarraron a piñas en una gresca sin tregua en el camino hacia el túnel.
Puskás es recordado por lo que hizo fuera de la cancha esa jornada. El crack no jugó el encuentro por una lesión en su tobillo. Asimismo, eso no le permitió estar exento de la batalla, más bien todo lo contrario. El húngaro le partió un botellazo en la cabeza al mediocampista brasileño, Pinheiro, que salió del estadio con tres puntos de sutura en su cabeza.
Así, Brasil y Hungría protagonizaron la Batalla de Berna y quedará en la historia como uno de los hechos más bochornosos de los mundiales. Ellis dijo después del partido que “se comportaron como bestias” y mantuvo que la FIFA no castigó a ninguno de los dos países porque “algunos dirigentes tuvieron miedo de perder viajes a atractivos destinos turísticos”.