Trabajar en la Armada es duro, pero si eres submarinista aún más. Dentro del subacuático no queda espacio para las comodidades, ni mucho menos la intimidad. La Armada española tienen un nuevo sumergible el S-81, el primero de la serie S-80 en el que la dotación de Isaac Peral recorre las aguas.
El equipo del medio 'Infodefensa.com' tuvo la oportunidad de visitar el buque y conocer los testimonios de la tripulación que cuentan cómo es la vida dentro de un submarino. Los lujos se quedan en las superficie al entrar al subacuático. El espacio es limitado y el único que tiene camarote propio es el comandante, de unos 3 metros cuadrados.
El resto de los 43 marinos descansan en minúsculos y modestos camarotes a compartir entre seis personas, con literas de a tres a cada lado, donde ni siquiera se puede dormir con las piernas estiradas.

El súpersubmarino S-81 español es una penitencia: ni habitaciones, ni estirar las piernas en la litera y los baños se llevan el premio
Las 'habitaciones' están separadas por un pasillo de menos de medio metro que da acceso a taquillas con espacio para dos uniformes al completo. La situación en cuanto al baño y al aseo personal no mejora: tres retretes y dos duchas para 43 marinos. Más vale que nadie tenga una urgencia.
Más allá de los camarotes y la zona de aseo, el submarino está formado con una pequeña sala de descanso con una mesa y la cocina, pequeña pero bien equipada.
Unas condiciones muy precarias para travesías que pueden durar incluso meses: "Hay que tener una vocación especial", relata el capitán del navío Pedro Márquez de la Calleja, jefe de la Flotilla, de la Base y de la Escuela de Submarinos.

El súpersubmarino S-81 español es una penitencia: ni habitaciones, ni estirar las piernas en la litera y los baños se llevan el premio
Cuando se entra por la escotilla los problemas se quedan a flote: "Hay que ser humilde, reconocer las carencias y ponerse en manos de los demas", relata. Y tanto que hay que centrarse en el resto porque tampoco hay opción a internet. Durante semanas los teléfonos quedan desconectados.
El proceso para formar a un submarinista es largo y complejo, y sin duda, es vocacional dadas las condiciones de este gran submarino en el que deberán pasar semanas encerrados, sin intimidad, espacio, ni conexión con el exterior.