México'68, o como Fosbury, Beamon y el Black Power revolucionaron el deporte

REPORTAJE MD

Los Juegos Olímpicos de 1968 estuvieron marcados por el nuevo estilo en salto de altura del recién fallecido Dick Fosbury, el estratosférico salto de longitud de Bob Beamon y el gesto reivindicativo del podio de Tommie Smith y John Carlos

FILE - Dick Fosbury, of the United States, clears the bar in the high jump competition at the 1968 Mexico City Olympics. Fosbury, the lanky leaper who completely revamped the technical discipline of high jump and won an Olympic gold medal with his “Fosbury Flop,” has died after a recurrence with lymphoma. Fosbury died Sunday, March 12, 2023, according to his publicist, Ray Schulte. He was 76. (AP Photo/File)

Dick Fosbury con su 'Fosbury Flop' en los Juegos de México 68

LaPresse

La imagen del estadounidense Dick Fosbury, campeón olímpico de salto de altura en 1968, fallecido el domingo a los 76 años y que revolucionó este deporte con una nueva técnica de espaldas que lleva su apellido, dio la vuelta al mundo. Fosbury fue el gran innovador del salto de altura. En los Juegos Olímpicos de México asombró al mundo entero al saltar de espaldas, al contrario que el resto de atletas, que hasta ese momento sólo lo hacía de frente, con la técnica llamada rodillo ventral. Se hizo con el oro con nueve saltos con su nuevo estilo revolucionario. Esa imagen de espaldas sobre la varilla fue una de las más hermosas de los JJ.OO. hace 55 años.

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Pero no fue la única. En esa, sin duda, cita revolucionaria, otro atleta llegó y lo cambió todo en el salto de longitud. Con apenas 22 años, el estadounidense Robert 'Bob' Beamon dio 19 zancadas, voló aquella tarde del 18 de octubre de 1968 en el Estadio Olímpico de Ciudad de México y aterrizó a 8,90 metros para borrar de un plumazo -por 55 centímetros- la marca anterior.

BOB BEAMON, DURANTE EL SALTO RECORD DEL MUNDO EN LA OLIMPIADA DE MEXICO 68#@#BEAMON, BOB

Bob Beamon en su salto a la gloria de 8,90 en México'68

MD

Beamon poseía la mejor marca mundial del año con 8,33 metros y había ganado 22 de las 23 competiciones en las que había participado en 1968. Sin embargo, casi no disputa la final. En la clasificación hizo dos saltos nulos y solo en su tercera y última oportunidad, cuando se decía a sí mismo "no falles, no falles", logró los 8,19 metros con los que pasó a la lucha por la medalla.

Los jueces no disponían de material para medir un salto tan largo, motivo por el que se retrasó la aparición del nuevo récord en el marcador manual. Un oficial le había dicho a Beamon después del salto: "Fantástico, fantástico", mientras él, incrédulo, corría hacia su puesto sin saber exactamente qué había hecho, pues no comprendía el sistema métrico. Tuvieron que usar la cinta, pues el medidor óptico que se estrenaba no estaba preparado para semejante salto. Su amigo el también saltador Ralph Boston fue el encargado de darle la noticia: "Bob, tú saltaste 8,90 metros". Cuando el número fue anunciado en la pizarra electrónica, el registro daba por bueno el récord, que convertía el anterior (8,35) -que compartían Boston e Igor Ter-Ovanesyan- en una broma.

La prensa tituló el logro de Beamon como "Un récord del año 2.000", "Una marca del siglo XXI". Sin embargo, las predicciones fallaron ya que el 30 de agosto de 1991 un compatriota suyo, el estadounidense Mike Powell lo batió en el Mundial de Tokio con un salto de 8,95 metros. El salto de Beamon estuvo vigente 22 años, 10 meses y 22 días hasta que llegó Powell. Pero sigue siendo récord olímpico y la segunda mejor marca de la historia.

FILE - In this Oct. 16, 1968, file photo, extending gloved hands skyward in racial protest, U.S. athletes Tommie Smith, center, and John Carlos stare downward during the playing of the national anthem after Smith received the gold and Carlos the bronze for the 200 meter run at the Summer Olympic Games in Mexico City on. Australian silver medalist Peter Norman is at left. (AP Photo/File)

Otro gesto para la historia olímpica y del deporte, el del Black Power de Tommie Smith y John Carlos en el podio de los 200 metros de los JJ.OO. de México'68

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Y hubo más, sí, en esos Juegos. Un gesto político y de reivindicación social, sin duda el más recordado de la historia olímpica. Aquel 16 de octubre de 1968, la final de los 200 metros registró un fabuloso récord mundial, ayudado por la altitud del escenario (19”83, Tommie Smith), pero la historia se escribió horas después, en el podio: dos afroamericanos, el propio Tommie Smith y el bronce John Carlos, subieron a recoger sus medallas junto al australiano Peter Norman, plata y de raza blanca, que se solidarizó con ambos luciendo una pegatina de la OPHR, Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos. Pero en Norman casi nadie reparó, porque los ojos estaban puestos en Smith y Carlos: sobre el podio, sin zapatillas, elevaron su puño, envuelto en un guante negro –Tommie en la mano derecha, Carlos en la izquierda; solo disponían de un par de guantes–, y agacharon la cabeza mientras sonaba el himno de Estados Unidos, en protesta por los derechos civiles de la raza negra en su país.

La manifestación más famosa del ‘Black Power’ llegaba en el mismo año del asesinato de Martin Luther King y el senador Robert Kennedy (cinco años después del asesinato en Dallas de su hermano, el Presidente John Fitzgerald Kennedy), y lo hacía con la amplificación mediática de los Juegos Olímpicos. No ha habido otra fotografía de un podio olímpico con tal eco y relevancia. Hizo historia y marcó para siempre el futuro de Tommie Smith y John Carlos. Su gesto enfureció a las autoridades estadounidenses y al COI. Su entonces presidente, Avery Brundage, decretó la expulsión fulminante de los Juegos para ambos y en Estados Unidos comenzó una marginación que duró décadas: ninguneo profesional y amenazas de muerte, a ellos y a su entorno familiar. 

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