El día que empezaba la temporada los Minnesota Timberwolves empezaban la temporada, el 25 de octubre en Toronto, Rudy Gobert cumplía ya más de un revuelto año de penurias.
La selección española empezaba destapando la caja de los truenos en el verano de 2022 con Sergio Scariolo desnudando las debilidades del hercúleo pívot galo en la final del Eurobasket de 2022, preludio de una temporada de desorientación para Gobert en Minny en su primer año lejos de los Jazz sellado con una cruda refriega con Kyle Anderson en el último partido de temporada regular.

Rudy Gobert, ante Willy en la final del Eurobasket de 2022
Los Timberwolves le enviaron a casa aquella noche y, tras un encuentro de suspensión, Nikola Jokic hizo lo que quiso con él en la primera serie de playoffs. Rudy Gobert, que apuntaló tan esperpéntico ciclo anual con otro disgusto con Francia con la eliminación en primera ronda del Mundial tras la paliza ante la Canadá de Jordi Fernández (95-65), había dejado literalmente de ser él mismo en la pista: por primera vez en seis años se había quedado fuera de un equipo defensivo de la NBA.
Pero aquel 25 de octubre Rudy Gobert, en el inicio de una distendida conversación con MD tras la práctica de tiro matutina, y mientras se dirigía al vestuario para tomar asiento, se acordaba con una sonrisa juguetona de aquel día de agosto en el que, a sus 31 años, había perdido la virginidad como él decía metiendo el primer triple de toda su vida ante Montenegro.
“Los triples vienen de manera natural… De vez en cuando, es divertido”, decía Gobert.
“¿Convertirme en un tirador? Cualquier cosa es posible, baby”, dijo el francés, cuya emoción subió tanto que se desbocó con un chillido que retumbó en el vestuario: “Cualquier cosa es posibleeeeeeeee!!!!!!”
¿Pero por qué querar llevar su mejora en el juego hasta el nivel de querer meter triples si nadie se lo pide?
“Quiero ser campeón de la NBA”
Rudy Gobert parecía estar liberándose en lo personal para volver a ser él y proclamando algo tan diferente como sorprendente visto un currículum en el que jamás había pasado de las Semifinales de Conferencia.
Pero seis meses y medio después, la NBA ha confirmado que Rudy Gobert vuelve a ser él mismo, que esa proclama tan proferida a la ligera por tantos iban en serio: la liga estadounidense anunciaba anoche al pívot como el Mejor Defensor del Año por cuarta vez en su vida (2018, 2019, 2021 y 2024) y sus Timberwolves tienen a los Nuggets entre la espada y la pared en la segunda ronda entre el 2-0 y los visibles signos de desesperación del campeón.
Gobert, pudiendo doblegar el hype y la intimidación de su compatriota Victor Wembanyama y también dejando atrás a otro señor defensor como Bam Adebayo en las votaciones, asciende a la categoría de mejor defensor de toda la historia de la NBA al igualar con cuatro premios de Mejor Defensor a Dikembe Mutombo y Ben Wallace.
Versátil defensor capaz de defender desde debajo del aro hasta el perímetro, los oponentes sólo tiraron el 21,6% de sus tiros en el área pintada cuando fueron defendidos por Gobert en temporada regular de acuerdo al dato de Second Spectrum aportado por la ESPN, un dato que nadie supera. El internacional francés firmó 14 puntos, 13 rebotes, 1,3 asistencias y 2 tapones con un 66% en tiros de campo. Pese a su primer triple en verano con Francia, Gobert ha seguido sin anotar su primer triple en la NBA tras apenas tres intentos.
"Cuando empecé nadie creía en mí, no espero que la gente crea en mí"
“Vengo de empezar desde la nada, sólo poder estar aquí es una enorme bendición. Cuando empecé nadie creía en mí, no espero que la gente crea en mí. Tú tienes que demostrar, tienes que ganarte el respeto de la gente, algunas veces no respetan, pero está bien. Va de hacer lo que amo cada día, dar lo mejor de mí y no tener nada de lo que arrepentirme”, decía a MD Gobert, quien lleva el 27 en su espalda como recordatorio de que ya tiene un sitio privilegiado en la historia de la NBA pese a ser drafteado en un bajo número como el 27 en 2013 precisamente por los Nuggets.
Todo fluye en la vida del pívot, que el martes vio nacer a su primer hijo, viendo -para coronar el mejor día de su existencia-, cómo Minnesota se las apañaba en su ausencia para vilipendiar a los Nuggets y llegar a Minneápolis con un 2-0 en la serie a favor.
Gobert ha vuelto a ser el Gobert jugador en la pista y es querido y respetado en su nueva ciudad y los Timberwolves tras un difícil primer año en el que también tuvo que convivir con el eco del alto coste de su traspaso para traerle de los Jazz incluyendo cinco picks de draft cinco jugadores a cambio, entre ellos el ex azulgrana Leandro Bolmaro.
Pero antes, Rudy Gobert tuvo que reconciliarse consigo mismo.
Hace dos semanas, el interior se abría en una conversación con Tim MacMahon, de la ESPN, y explicaba su viaje a través de la oscuridad para volver a ver la luz.
Tras ese durísimo año en Minnesota, el pívot se ponía en contacto con un astro de la NFL como Aaron Rodgers sobre los beneficios del retiro en la oscuridad, el que llevó a cabo en el sur de Oregón.
Cual ermitaño pero sin ver la luz, Rudy Gobert se encerró en la soledad durante 64 horas en una cabaña en medio de la naturaleza sin móvil ni libros, sin más compañía que el silencio y la oscuridad. Tampoco tenía contacto humano para comer, pues le pesaban la comida por un espacio por debajo de la puerta.
“Lo sentí como un gran reset. Tuve mucha gratitud, volví a todas las cosas que he experimentado hasta este punto, y todas las cosas por las que he pasado y todo la gente fantástica que tengo alrededor de mí. Me di cuenta de que estaba exactamente donde se suponía que tenía que estar en mi viaje”, contaba el francés.
“Cuando estás en la oscuridad, se muestran las cosas que están dentro de ti"
“Cuando estás en la oscuridad, se muestran las cosas que están dentro de ti. Si estás negativo, ves cosas negativas. Si estás positivo, ves cosas positivas. Así que te das cuenta de que, al final, tú creas tu propia realidad”, explicaba Gobert.
Si le importaba algo el ruido exterior alrededor de su figura, el francés se abstrajo. Y es que el pívot nunca ha acabado de caer en gracia en la NBA, considerado por los jugadores el jugador más sobrevalorado de la liga y hazmerreír entre las risas de Draymond Green, las virales burlas del banquillo de los Clippers con Russell Westbrook a la cabeza con el air ball de sus tiros libres con Ja Morant sumándose como otra estrella sumándose al cachondeo.
El sainete de Rudy tosiendo delante del micrófono de manera exagerada cuando la pandemia estaba a punto de estallar, también contribuyó a dañar su fama.
Pero Rudy Gobert lleva en los genes eso de desoír el que dirán desde el momento en el que su madre se quedó casi sola para protegerle mientras le criaba como madre soltera, pues parte de su familia no aceptaba que ella, blanca, tuviera un hijo negro.
El propio Gobert, en un alarde de madurez, no dio mayor importancia a lo de Westbrook y mostró empatía con los problemas de Draymond Green, el mismo que casi le estrangula esta campaña en una de las más famosas reyertas protagonizadas por el bullicioso interior.
“Es paz”, decía el Mejor Defensor. “Es importante estar en paz cuando estás solo, cuando no tienes música, cuando no hay ningún ruido. Pienso que es paz interior. Pienso que, una vez tienes paz interior, entonces tienes paz casi en cualquier parte”, reflexionaba el francés, disfrutando de su equilibrio interior como el que aporta a los Wolves mientras Anthony Edwards pone el vértigo.
Pese al profundo proceso reflexivo al que se sometió Gobert, los Timberwolves jamás dudaron de él. El pívot fue el primer golpe sobre la mesa de Tim Connelly cuando el ex ejecutivo de los Nuggets -el mismísimo que drafteó a Nikola Jokic-, acometió la operación por traerle nada más tomar el control como presidente de operaciones de Minnesota.
Sabía Connelly, considerado el cerebro en la sombra del éxito momentáneo de los Wolves ante los Nuggets, cuál era con el doble pívot la fórmula para eclipsar al doble MVP que parecía no existir. Gobert se está tomando su ansiada revancha con Jokic, el que, aunque pacífico, vaciló al galo en un partido de 2021, cuando el francés gritaba en una jugada que él se quedaba con su marca. “Brother, llevo 47”, le dijo con sorna el Joker según reveló más tarde Jamal Murray.
El Mejor Defensor del Año alabó a sus compañeros tras ser nombrado como ganador del galardón:
“Es un fantástico trabajo de equipo, pero no lo puedes hacer solo. Tengo mucha gratitud por todos mis compañeros por creer en mí, permitiéndome hacer esto y hacerlo cada día y simplemente intentar la cultura aquí en Minnesota”, destacó a la TNT Gobert. Ha visto nacer a su hijo después de renacer en Minneápolis, donde podría hacer nacer a un nuevo campeón.