La película de la París-Roubaix estaba respondiendo a las expectativas que había despertado. Los dos actores principales, Mathieu Van der Poel y Tadej Pogacar, estaban interpretando su papel a la perfección para deleite de los aficionados cuando una caída estropeó el espectáculo que se estaba viviendo. Se sabe que la París-Roubaix es una carrera incierta, en la que hasta la llegada al Velódromo nadie puede cantar victoria, pero lo que nadie esperaba es que Pogacar iba a sufrir una caída a 37,9 kilómetros de meta al negociar una curva demasiado larga.
Hasta ese momento, el campeón del mundo, que debutaba en la carrera, estaba rindiendo de forma excelente en una prueba en la que se decía que tenía más a perder que a ganar pensando en el Tour de Francia, en el que puede lograr su cuarta victoria, en una edición de la París-Roubaix, la 122ª, que presentaba un recorrido de 259,2 kilómetros y 30 sectores de pavé, de afilado y molesto adoquín, que sumaba un total de 55,3 kilómetros.
Una primera parte en la que los españoles Iván García Cortina y Oier Lazkano rindieron a gran nivel, con un Pogacar y un Van der Poel que se marcaban de cerca a la espera que la carrera se fuera cocinando a fuego lento. Ambos protagonizaron varios latigazos que tensaron la cuerda y descolgaron a algunos favoritos, como Pedersen y Van Aert. Pogacar se movió a 101 kilómetros de meta y Van der Poel hizo lo propio a la salida del bosque de Arenberg, el primero de los tramos de máxima dificultad, con 2,3 kilómetros de longitud. Instante en el que los escapados que lideraban la prueba ya eran neutralizados.
Cinco corredores se quedaban en cabeza de carrera: Van der Poel, Philipsen, Pedersen, Pogacar y Bisssegger. Pero estos cinco jinetes fantásticos también iban a ser víctima del infortunio. Si al inicio de la carrera lo fue Ganna con un pinchazo, en este momento le tocó a Pedersen en el tramo 16ª adoquinado.
Apasionantes 45 kilómetros finales
Los últimos 45 kilómetros eran ya un mano a mano entre Van der Poel y Pogacar, los dos buscaban desempatar esta temporada. Van der Poel ganó la Milan-San Remo y Pogacar el Tour de Flandes, y el equilibrio se iba a romper en el tercer monumento ciclista de la temnporada, pero lo que nadie contaba es que en una curva sin aparente riesgo, que Pogacar negoció delante, el esloveno se iba a ir al suelo. Se fue largo y puede que una moto le despistara.
Dentro del infortunio tuvo suerte de poder seguir en carrera, pero Van der Poel se fue. Quedaban 37,9 kilómetros desde Mons-en-Pévèle y la clave estaba en si Pogacar iba a tirar de casta para cazar a Van der Poel. Por un momento lo pareció, llegó a estar a 13 segundos, pero al final acabó por levantar el pie y hasta cambió de bici para asegurar el segundo lugar. Van der Poel no aflojó y logró con todo merecimiento su tercera victoria seguida, convirtiéndose en el primer ciclista que logra tres consecutivas desde Francesco Moser que se impuso entre 1978 y 1980 y además iguala las ocho victorias monumentales de Pogacar, un Tadej que ha caído con todos los honores en el Infierno del Norte y al que se ha visto disfrutar de la carrera pese a la derrota.
Van der Poel esperó a Pogacar y después se fundieron en un abrazo antes de subir al podio y dirigirse a las famosas duchas del Velódromo de Roubaix.