Era el mayor espectáculo deportivo del mundo. Vuelve a serlo. El Clásico ha recuperado el tono de las mejores épocas. Messi y Cristiano han sido sustituidos por Lamine y Vinicius; Guardiola y Mourinho por Flick y Ancelotti y los dos equipos han aumentado su nivel competitivo. “Es el Clásico con mayúsculas”, dijo ayer el entrenador del FC Barcelona, Hansi Flick, en una rueda de prensa previa en la que mostró sus mejores cartas de profesional exquisito. Ancelotti también estuvo a la altura. Ninguno de los dos técnicos son ‘prima donna’. Más preocupados por el equipo que por su imagen, pero diferentes. Ancelotti es un maestro en gestionar cracks y Flick, un genio en sacar provecho de jóvenes promesas. El alemán mira a la cantera y el italiano prioriza el oficio. Ambos saben sacar provecho a sus futbolistas. Los dos comentaron en la previa que tenían un plan. Nadie, lógicamente, lo explica. Se verá en el campo.
Flick dejó claro que tenían "ganas" de este Clásico y siempre se refirió al equipo. Ancelotti definió a este Barça como “mucho más directo”, comentó que nadie le quitaba el sueño y citó la anécdota con Van Basten antes de los grandes duelos: “No te preocupes –le decía el neerlandés–, tú dame el balón a mí y corre a celebrar”, que se supone que es lo que espera que hagan Mbappé, Vinicius o Bellingham. Pero Flick espera “una unidad compacta” y “no dejar espacios”. Uno se asocia más a los cracks y otro al equipo. Dos grandes técnicos.
Menor grandeza volvió a demostrar la televisión oficial del Real Madrid presionando rastreramente al árbitro del partido en la previa. La verdad es que esto ya no es una cuestión de la Federación ni de los organismos deportivos, debería ser del propio club, ya que hay muchos aficionados blancos que sienten vergüenza cada vez que aparece esa impresentable presión a los colegiados en su TV oficial.