Un tío de la familia, abonado del Barça en un córner del viejo campo de Les Corts, recuerda la ejecución de los saques de esquina del mítico equipo de las Cinco Copas. Basora plantaba el balón en el ángulo, gritaba “Césaaaar”, cerraba los ojos y centraba. Al extremo centrador no le hacía falta ver el balón ni la jugada. Los defensas rivales, a pesar de saber a quién iba dirigido el esférico, poco podían hacer para impedir el remate de cabeza de César Rodríguez. En muchas ocasiones, el testarazo terminaba en el fondo de las mallas. Muchos de los 232 goles que César marcó en el Barça, fueron de remate de cabeza. En ese tiempo no había Excel ni estadísticas, y es imposible hoy saber de qué forma el ‘Pelucas’ transformó cada uno de los tantos. Ahora que Alexia Putellas ha metido ya 199 goles -y ha desbancado a Luis Suárez- como tercer mejor goleador de la historia del club, está bien ver quién está en el podio. Por debajo de Messi (672) y por encima de Alexia, está César Rodríguez.
El leonés, fichado del Granada, fue el primer gran ídolo del Barça de la postguerra, con el club rehaciéndose de la práctica desaparición. Una década después, lideraba junto a Kubala una de las mejores delanteras de todos los tiempos, no solo del Barça. Hasta que Messi le superó en 2012, nadie había metido más goles que él como jugador azulgrana.
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Como entrenador, como pasa tantas veces con los grandes jugadores del club, no triunfó en el Camp Nou. Una temporada en blanco y, al inicio de la siguiente, adiós muy buenas. Es la historia que tantas veces se repite en un Barça que convierte los ídolos en entrenadores y luego los decapita sin respeto ni consideración.