El sobreprecio del nuevo Camp Nou

El sobreprecio del nuevo Camp Nou

Periodista

Han transcurrido nueve años, después de un concurso impecable tutelado por el colegio de arquitectos de Barcelona, desde que se escogió el proyecto de lo que debía de ser el nuevo Spotify Camp Nou. La elección recayó en el trabajo realizado de manera conjunta por el despacho de arquitectos japonés Nikken Sekkei y el catalán Pascual y Ausió Arquitectos. A criterio del jurado, se trataba de sumar el talento y conocimiento de profesionales locales con el de estudios con experiencia en la construcción de estadios como lo fueron los de Niigata y Kashima para el Mundial de fútbol del 2002 por parte del despacho nipón.

Sucedido tanto tiempo de aquella designación, cabe preguntarse en plenas obras de la reconstrucción del futuro estadio barcelonista ¿Qué similitudes quedan de aquel novedoso proyecto inicial? De entrada habría que decir que en la actualidad no hay ninguna relación profesional entre el Barça y los dos estudios de arquitectos. El primero en desvincularse fue el catalán, que fue sustituido por Fermín Vázquez 3720. Vázquez, de origen madrileño, pero afincado en Barcelona por su matrimonio con Anna Bassat, también arquitecta e hija del publicista Lluís Bassat, que concurrió sin éxito en las elecciones presidenciales del Barça en 2000 y 2003.

Estaba previsto que durante la fase de redacción del Proyecto de Ejecución y de Dirección de las Obras, los japoneses se comprometieron con la empresa turca Limak a efectuar el papel de ‘Design Guardian’ durante las obras de construcción, pero que actualmente efectúan Torrella Ingeniería y Arquitectura, de Terrassa, con la de dirección de obras de JG Ingenieros. Si bien por lo que se refiere a la fachada exterior no ha variado el diseño inicial con el actual en el que destacan los pasillos abiertos y amplios balcones miradores, las diferencias principales radican en el interior con la sustitución total de la tercera gradería y la ubicación de los palcos VIP, lo que provoca un considerable aumento en el coste final de la obra.

En el diseño del 2020, aprobado por la junta de Josep Maria Bartomeu, se aprovechaba el tercer graderío, igualando la zona de menor altura, el de la tribuna principal con el resto de la corona del estadio. Sin embargo, se ha decidido por la sustitución total de esta grada debido a la corta durabilidad del hormigón armado que se utilizó durante su construcción del 1982, que podría obligar a construir una nueva en menos de 20 años. Al margen de hacer mucho más laboriosa la edificación, dispara al doble el presupuesto inicial, que pasa de los 600 millones de euros a los 1.200 actuales. Un coste que finalmente se eleva hasta los 1.600 kilos, si se suman los gastos financieros, el nuevo Palau Blaugrana y la pérdida de ingresos por el traslado, y por dos temporadas, al Estadi Olímpic Lluís Companys.

Otro cambio importante es el de la ubicación de los palcos VIP. Se ha optado por ubicarlos en la parte más alta del segundo graderío. Esto hará que 20.000 abonados de la tercera gradería estarán 15 metros más distantes del césped, con una visibilidad sensiblemente reducida y en la que será necesario el uso de prismáticos. Un efecto que no se produciría de mantenerse dichos palcos en el enclave del primer graderío. Los cambios de ubicación provocarán un incremento del coste definitivo hasta los 1.900 millones de euros.

El Espai Barça será la joya de la corona de todos los culés, que podrán presumir del mejor estadio del mundo de 104.600 localidades. El más bonito, pero el más caro. ¿Pero será sostenible?

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