1. Control y profundidad blaugrana.
Con Musso, superprotegido, en el once de Cholo Simeone. En el Barça de Flick, Ferran Torres por méritos propios. Y en el Metropolitano, ni un alfiler.
El comienzo del partido fue espectacular con casi todo el fútbol firmado por el conjunto blaugrana. Pelota para De Jong y Pedri, desequilibrio enorme de Lamine y desmarques internos para Fermín, Ferran y desde la banda izquierda, más alejado, Raphinha.
Oportunidades para Lamine y ganancia ofensiva azulgrana invadiendo, con reiteración, el área de Giménez, Le Normand, Lenglet y Musso. Contra la superioridad de los futboleros de Flick, endurecimiento defensivo local salvado por la velocidad a la que movía la pelota el Barça.
El gol llegó como por exceso de fútbol azulgrana y, en esta acción, por el gran pase interno de Lamine a Ferran Torres. Justicia y muchas tarjetas para el conjunto colchonero en un primer tiempo majestuoso del FC Barcelona
2. ¡Tres cambios al descanso!
Simeone ya realizó un movimiento en el primer acto, subiendo a Llorente al medio campo y desplazando a Giuliano a banda izquierda, pero en el vestuario ordenó la entrada de Sorloth, Nahuel Molina y Galán. Tres de una tacada.
Evidente cambio de plan: pelota larga para el ‘tanque’ Sorloth cuando no profundizasen por alguna de las bandas y casi siempre, líneas adelantadas.
El Atleti pasó a campo blaugrana pero el Barça se juntó bien y Szczesny no sufrió porque en la única que recogió la pelota de sus redes, resultó fuera de juego del temido Sorloth.
Pero estaba claro que el partido ya no lo controlaba el conjunto azulgrana y que no podía llegar con tanta frecuencia hasta Musso. Defender sólidos (ya con Araujo para contrarrestar el juego aéreo del delantero centro noruego), pasar la pelota a De Jong o Pedri y lanzarse a los tremendos espacios que ¡por fin! arriesgaba el Atleti.
3. Solo les faltó rematar la faena.
Acostumbrado el equipo de Flick a no mirar el marcador ni el tiempo, el segundo acto se hizo más largo que el primero.
No estar tan en contacto casi permanente con la pelota dejó esperanza en el equipo rojiblanco y fútbol de contraataque al Barça. Pudo finiquitar Lamine con el segundo gol pero aún le falta instinto asesino goleador. Es un artista del regate y seguro que no perdonará las de ayer cuando tenga más temporadas recorridas.
Me gustó la entrada de Eric Garcia, los movimientos internos de Ferran Torres, el carácter defendiendo de Gerard Martín (Balde pasó a jugar por delante) y la idea coral para ser siempre equipo. Un equipazo en el primer tiempo, un equipo que supo luchar en el segundo.
Gran final la que nos espera.