En el Monumental brotan sensaciones de las más diversas. La primera tiene como protagonista a Marcelo Gallardo, quien había sido víctima de agravios tan insólitos como de mal gusto impulsados desde un programa periodístico partidario, finalmente expulsado del club por la dirigencia millonaria. Como le habían hecho daño al ídolo, los fanáticos le regalaron al Muñeco una ovación descomunal, a la altura de lo que significa en la historia riverplatense.
Después, llega la hora del juego. Hay expectativa por ver cómo responde este River al que le cuesta ganar y convertir goles. Y la tendencia no se altera. A River se le hace muy difícil ser contundente y recién logra empatarle sobre la hora a Talleres. Al final, es 1-1 y los jugadores se van al vestuario envueltos en silbidos. No hay caso: el River de Gallardo que se esperaba sigue sin aparecer.
Franco Mastantuono, con la frescura de sus 17 años, resultó el más desequilibrante. Pero no encontró socios lúcidos. De nuevo, Sebastián Driussi pasó inadvertido. A Facundo Colidió le costó. Y así River generó poco peligro ante un Talleres que achicó espacios hacia delante con inteligencia y presionó.
Talleres golpeó con un contraataque a pura velocidad de Valentín Depietri, quien aprovechó el hueco dejado por los marcadores centrales, voló con su aceleración y definió ante la salida de Franco Armani.
Gallardo trató de torcer la historia con los cambios. Y con dos de los ingresados alcanzó el empate. Uno de ellos, Nacho Fernández, puso un lindo pase profundo, ideal para que Gonzalo Montiel pueda tirar un centro desde un sitio ideal. Y el otro jugador que vino desde el banco, Miguel Borja, gritó su gol con un gran cabezazo tras el envío perfecto del lateral ex Sevilla.
Aunque no tenía demasiadas ganas de hablar, Gallardo igual se presentó en la conferencia de prensa. Y remarcó: "No podemos ser Borja dependientes en los goles. Claramente nos están faltando más goles de los otros jugadores ofensivos".
También el Muñeco se expresó sobre la reprobación popular a los futbolistas: "¿Cómo no les van a afectar los silbidos a los jugadores? Somos seres humanos. Después está la capacidad de sortearlo. Con errores y virtudes hay que seguir. Convencidos. No nos vamos a esconder. Jugar en River es un privilegio, pero tenés que aceptar la exigencia".
De acuerdo a la gran inversión en refuerzos, el cuarto puesto en la Zona B que ostenta River suena a demasiado poco. Seguro clasificará a los playoffs porque ingresan hasta el octavo. El problema son las expectativas que no logra satisfacer ni con juego ni con goles ni con victorias.