Lo de Harry Maguire y el Manchester United bien podría dar para una película que bailara entre el género de la comedia y el drama porque cada capítulo que avanza la pelota sigue creciendo hasta límites insospechados.
En Old Trafford están deseosos de deshacerse de una vez por todas de su capitán, pero no hay manera. Ningún club de la élite lo quiere en sus filas y menos con el coste que esto supone y West Ham y Tottenham Hotspur, dos de los que habían mostrado mayor interés, tenían el impedimento de su alto salario. Pero es que la cosa se ha puesto peor. En Inglaterra se reveló que el haber logrado la clasificación para la Champions League ha activado una cláusula en el contrato de Maguire que lo lleva a un aumento que complica todavía más el panorama.
En esta tesitura, Harry parece que vive la vida de Tobey. Unidos por el mismo apellido, nada tienen que ver, como tampoco sus vidas. El segundo es un actor de Hollywood que tras unos inicios estelares, copando las salas de todos los cines haciendo de Peter Parker en el Spider-Man que muchos consideran original, pasó a un segundo y tercer plano total, siendo casi un olvidado de las películas taquilleras y haciendo que casi todos perdieran su pista. No está muy lejos la historia de Harry, que tiene el ‘honor’ todavía de ser el defensa más caro de toda la historia (87 millones de euros), algo que nunca ha demostrado que mereciera. No solo eso, el éxito le fue breve, porque pronto empezó a acumular errores de bulto que lo destinaron a furiosas críticas y a desaparecer de los planes del entrenador. Lo mismo exactamente que Tobey, ambos a la sombra de otros con más éxito.
Se tiene que dar sí o sí su adiós de Old Trafford. Ni siquiera queda la esperanza de que un cameo futuro le pueda salvar, como si le ocurrió al bueno de Peter Parker. Sus 30 años, su pobre rendimiento con y sin el balón y el sistema de Ten Hag no favorecen a que, si se queda, pueda gozar de algún minuto de calidad. Es válido para muchos equipos de Premier League, pero para ir a alguno de ellos debería quitarse la vitola de crack para asumir lo que es, un defensa correcto y poco más.