De no haber mediado la dolorosa derrota en San Mamés, se podría decir que la Real Sociedad había encontrado la fórmula del éxito para esta temporada. Los triunfos frente a Barcelona, Ajax y Betis, tan diferentes entre sí, pero todos ellos bendecidos con el éxito, parecen poner de manifiesto un cierto grado de recuperación por parte del equipo de Imanol. Si no fuera porque el espectro de la irregularidad amenazara constantemente la progresión de este equipo, se podría decir que la Real había dado con la tecla que garantiza el triunfo. De ahí que uno de los vocablos más invocados por Imanol en los últimos tiempos, “continuidad”, adquiera estos días una mayor relevancia, si cabe. Ya ha encadenado tres triunfos caseros, dos en Liga y uno en Europa; es un comienzo.
Pero uno de los aspectos más llamativos de este preámbulo victorioso, es el diverso procedimiento empleado en cada una de las tres ocasiones referidas. La Real se impuso al por entonces inabordable Barça de Hansi Flick por calidad, desactivando el dispositivo blaugrana de principio a fin, y aplicando su propia fórmula de juego para imponerse. Incontestable. Luego fue el turno del Ajax, que llegaba con el sello de imbatible, tras firmar una racha de resultados positivos ciertamente intimidatoria. Aquí la fórmula empleada varió notablemente, y después de un primer tiempo titubeante, que puso en serio compromiso la consecución del triunfo, terminó por imponerse a un equipo neerlandés, que llegó con la vitola de candidato al título, y que, por momentos, cedió tal privilegio a los locales, cada vez más seguros de sí mismos. Es otro camino. Y el último en conocer los rigores de esta Real, aparentemente resucitada, fue el Betis, el recurrente enemigo de cada final de temporada. Frente a los de Pellegrini la Real no exhibió sus mejores galas, es cierto, pero echó mano de algunos de sus tradicionales valores, como presión alta tras pérdida, interrupción de las transiciones rivales, y capacidad para minimizar las amenazas del rival. Menos brillante, pero igualmente efectiva.

Un hombre de club, sin trampa
Mikel Oyarzabal volvió a ser noticia, esta vez por su inclusión en el club de los goleadores centenarios del club, un selecto grupo al que sólo pertenecen unos pocos elegidos, todos ellos artífices de la mejor historia de la Real Sociedad. De Mikel se podrían destacar muchas facetas de su personalidad y de su talento como jugador, pero a mí, particularmente, ja que siempre me ha llamado la atención, es su sinceridad. Oyarzabal no ha tratado de engañar a nadie, y siempre ha ido de cara, o sea, que lo ves venir…y eso se agradece. Él, como otros futbolistas de la Real, ha
dispuesto de interesantes oportunidades para haber diseñado un futuro lejos de este club, y cuando se le ha preguntado por su futuro, nunca ha cerrado la puerta a la
posibilidad de cambiar de aires, aunque partiendo siempre de una premisa irrenunciable: él es un hombre de la Real Sociedad, con todo lo que ello implica. El fútbol está plagado de declaraciones de amor eterno, que finalmente se quedaron en papel mojado. Oyarzabal ha hecho de la honestidad su bandera. Nunca ha afirmado categóricamente que terminaría sus días en este club, aunque, en el fondo, todos supiéramos que iba a ser así. Mikel, sin trampa ni cartón.

Marrero y diez más
Todo apunta a que mañana jueves, con motivo de la segunda ronda copera para la Real, Imanol, como ya naciera en la primera, introduzca muchas novedades con respecto a lo que es habitual. En aquella ocasión tan sólo Barrenetxea y Sergio Gómez tenían vitola de titulares, y se supone que esta vez será algo parecido, aunque, tal vez, algo menos acusado. O sea, de entrada, Marrero y diez más.

El Conquense, como el Betis
El siguiente rival de la Real, el modesto Conquense, llegará al partido de mañana inmerso en una dinámica de malos resultados, ya que, a pesar del empate arañado el pasado fin de semana, anteriormente había encadenado cuatro derrotas consecutivas. Un escenario muy parecido al que presentaba el Betis, último rival de los de Imanol. Entonces la Real sacó provecho de la crisis betica. Mañana no debería ser distinto.