Acostumbrados a las barreras de los jefes de prensa de la F1 y otros deportes, el Dakar sigue siendo otro mundo. La cercanía con los deportistas y los vehículos hace que el periodista se sienta en un paraíso de otra época pese a las condiciones, desplazamientos, limitación de comunicaciones e incontables horas de trabajo. Durante estos días, mostramos las barras de la jaula de seguridad por las que Carlos Sainz y Laia Sanz tuvieron que abandonar a centímetros de las mismas.
Carlos daba las gracias a la prensa española por haber informado sobre el terreno, consciente de la aventura que supone. Laia Sanz hacía lo propio en su asistencia, un día después de pasar uno de los días más duros de su carrera.
En el Dakar puedes meterte de lleno en las asistencias, entre mecánicos y herramientas, e ir en busca de cualquiera a por una historia que merece ser contada. Hemos hablado con Tosha Schareina tras las etapas mientras comía pasta en su caravana.
Hemos sido presentes del sufrimiento del padre de Edgar Canet, mirando el móvil sin parar para seguir los tiempos de su hijo. Nos hemos metido dentro de los vehículos, charlado en el comedor con el ex MotoGP Petrucci, ahora en camión, y Al-Attiyah salió de su caravana con 8 bolsas de patatas para darnos fuerzas.
En el Dakar, la cercanía con los personajes permite conocer sus preocupaciones e ilusiones, poder buscar en ellos la historia que tienen escondida y explicar sus sentimientos. Solo queda un lamento: no tener tiempo ni manos para desvelarlas todas