Susurros.
El Papa Portero
Como buen argentino el Papa Francisco no escondió nunca su devoción por el fútbol, y concretamente como hincha del San Lorenzo. Y confesó que en su juventud jugó como portero en categorías inferiores. En el Vaticano tuvo ocasión de recibir a grandes estrellas del balón, como Maradona, Messi o Pelé. “Son los tres que yo seguí”. De Maradona afirmó que, como jugador, un grande, pero que falló como hombre, que resbaló con el entorno (siempre el entorno) de los que lo elogiaban y no lo ayudaban. No deja de ser curioso que su preferido fuera el crack brasileño. “Para mí de estos tres -comentó- el gran señor es Pelé”. De Leo Messi dijo que era correctísimo como persona y como jugador pero -con su sorna habitual – añadió que Messi no era Dios.
Bramidos
El portero loco
El destino ha querido que un compatriota del Papa Francisco también nos haya dejado para siempre. Hugo Orlando Gatti, más conocido como 'el loco' Gatti se ganó el apelativo porque revolucionó la porteria. Gatti no se limitó a atajar balones como portero en River, en Boca o en la Selección sino que también destacó por su buen manejo con los pies. Un tipo desgarbado y provocador, tanto en la cancha como fuera de ella. Conocida es la anécdota de cuando Maradona despuntaba en Argentinos Juniors. “Maradona -dijo Gatti, entonces portero de Boca- es un tipo gordito, un invento de la prensa”. Diego contestó que solo pensaba marcarle dos goles pero que ahora le metería cuatro. El partido acabó 3-5 con un poker de Diego Armando Maradona.
Aullidos
Mi portero
He hablado de él en más de una ocasión porque, además de gran portero, Javier González Urruticoechea fue también una gran persona y un gran amigo. Inevitable que nos venga a la memoria aquella desgraciada final de Sevilla cuando dentro de un par de días volvemos allí para jugar la final de Copa. Aquel 7 de mayo del 86 Duckadam, el portero del Steaua, le robó la gloria a Urruti. Sus dos paradas en la tanda de penaltis fueron insuficientes y el equipo rumano se llevó el título. En los penaltis Urruti era especialista en guerra psicológica. En una ocasión me contó que, en un penalti que iba a lanzar Hugo Sánchez, se acercó a él para susurrarle al oído que lo normal era que marcara pero que si lo fallaba 80.000 espectadores lo iban a silbar. Aquel día lanzó el penalti a la grada del Bernabéu.