La Federación Francesa de Tenis (FFT), propietaria y organizadora de Roland Garros, pasó de tenistas como el austríaco Dominic Thiem o el argentino Diego Schwartzman, que se retirarán a la conclusión de la temporada y que no pudieron despedirse como su historial en el torneo demandaba. No hubo invitación para ellos, tuvieron que pasar por una fase previa en la se quedaron.
Las 'wild cards' para entrar directamente en el cuadro sin atender al ranking fueron todas para tenistas franceses, salvo el acuerdo de intercambio de una por cuadro individual con Open de Australia y US Open, federaciones australiana y estadounidense.
Lo defendió sin inmutarse la exjugadora francesa Amélie Mauresmo, ahora directora del torneo.
Una exaltación del chovinismo que también tiene sus repercusiones en otros ámbitos del torneo. Jugar contra un tenista francés en una cancha exterior, de grada cercana y recogida, puede ser un infierno, como se ha comprobado anualmente.
Lógico el ruido, el fervor, no tanto otro tipo de conductas antideportivas, como denunció el veterano belga David Goffin, 33 años, antiguo nº 7 mundial y vencedor de la joven promesa gala Giovanni Mpetschi Perricard en cinco sets.
"Debo tener cuidado con lo que diga una vez he sido insultado durante tres horas y media por el público. Claramente, ha ido demasiado lejos. Ha sido una falta de respeto absoluta. O lo paramos o esto será fútbol con bengalas y hooligans en la grada", subrayó.
"O lo paramos o habrá bengalas y hooligans en la grada"
Fue más allá, incidió en que es un tema que se está tratando dentro del circuito. "Son muchos los que se quejan, es algo que se piensa en el vestuario y también la ATP (dirige el circuito profesional masculino, no los Grand Slams). Y pasa sólo en Roland Garros. También lo sufren los árbitros. Basta ya, esto se tiene que acabar", analizó.
"En Wimbledon no existe tal cosa. Tampoco en Australia. El US Open es bastante tranquilo. Aquí hay un ambiente realmente insano", incidió.
"No fueron sólo los insultos, también me escupieron un chicle. "Está empezando a volverse ridículo. algunos están ahí más para crear problemas que para crear el ambiente. Intenté mantenerme concentrado, porque si te enfadas, te puedes desestabilizar", expresó.
Con la victoria en el saco, David Goffin se llevó una mano al oído en gesto de escuchar ahora a la grada, una vez ha roto su sueño, que denotaba abucheando al jugador. Una rajada en toda regla del belga.