El análisis de la victoria de Ilia Topuria, el nuevo asesino de leyendas de la UFC

UFC 308

El hispanogeorgiano basó su propuesta en el octágono en puntos bien definidos dentro de su despliegue boxístico

Ilia Topuria, en un intercambio dentro de su batalla ante Max Holloway en el UFC 308

Ilia Topuria, en un intercambio dentro de su batalla ante Max Holloway en el UFC 308

UFC

Ilia Topuria es un visionario. Adora poner punto y final a los mitos de la UFC, y predice los sucesos meses antes de que vayan a suceder. El Matador avisó, desde el anuncio oficial de su pelea ante Max Holloway, que sería el primero en poner a dormir a la leyenda hawaiana, y terminó por cumplir ante un público de Abu Dhabi que aún hoy no termina  de dar crédito. La quijada de uno de los más grandes pesos pluma de la historia dijo basta tras un preciso despliegue del hispanogeorgiano, que dibujó una hoja de ruta que ya es histórica dentro de la compañía.

No faltó la invitación cordial de Ilia Topuria. El campeón de los pesos pluma instó a Holloway a un primer intercambio en el centro del octágono, pero el hawaiano respondió con un movimiento de capote de torero. La realidad pronto acabó por hacer justicia sobre el tapiz del octágono y otorgó una lección vital para Blessed: no es lo mismo llamar al toro que observar cómo llega.

La paciencia imperó los primeros compases de la contienda

Ilia Topuria y Max Holloway en un intercambio en el centro del octágono

Ilia Topuria y Max Holloway en un intercambio en el centro del octágono

EFE

Ilia Topuria no lanza golpes innecesarios. El Matador comenzó la batalla con el temple que siempre ha caracterizado su curso por la UFC: una calma inquebrantable, que complementaba con las indicaciones que sus entrenadores mandaban desde la esquina. Su gesto sobre el tapiz estuvo también bien definido desde el principio, con una mano izquierda que medía la distancia entre su propuesta y la de Holloway, y una derecha que permanecía inamovible junto a su mentón para prevenir los ataques de Blessed.

El Matador complementó este armazón con un cabeceo marca de la casa Canelo Álvarez, para mandar al limbo los jabs de Holloway. Pronto Ilia Topuria reconoció que la clave estaba en no dejar al hawaiano deambular por el octágono y buscar situaciones donde cerrar los espacios y lanzar golpeo cerca de la reja, donde no tendría escapatoria. Para ello, comenzó a castigar la pierna más adelantada del ex monarca con éxito, algo que terminó por hacer mella al final de la batalla.

Max Holloway voló por los aires en el octágono. Ilia Topuria sorprendió a su rival con dos derribos en el primer capítulo de la contienda, en un intento de medir la propuesta del hawaiano en caso de que la batalla tuviera que transcurrir en dicho escenario, un lugar plácido para El Matador. Sin embargo, no fue necesario, y el plan de ruta siguió con lo establecido en la estancia en pie: fintar los largos jabs de Holloway, intentar arrinconar al rival contra la reja y desplegar largas combinaciones allí.

Max Holloway claudicó con la subida de marchas de Ilia Topuria

El derechazo que cambió el rumbo de la pelea para Max Holloway

El derechazo que cambió el rumbo de la pelea para Max Holloway

EFE

El segundo round demostró ser una declaración de intenciones por parte de Max Holloway. La esquina del hawaiano encontró el remedio al avance de Topuria con unas patadas en oblicuo que dañaron a El Matador, y que mantenían su propuesta lejos de su rango de golpeo. El espacio que abarcaba el hispanogeorgiano con sus jabs era peligroso para Blessed, y la solución que los entrenadores de la leyenda de UFC programaron parecía surgir efecto.

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Ilia Topuria no mentía cuando declaró que estudia el estilo de Canelo Álvarez al milímetro. El cabeceo hacia un lado y otro ante los jabs de Holloway, y cómo permitió al hawaiano conectar con los jabs en ciertos puntos de la pelea son una clara apología a cómo el mexicano calcula dónde están los huecos en su rival, cuándo puede arremeter contra ellos y cuál es la verdadera distancia para mandar a dormir al contrincante. Junto al milimétrico estudio, los volados de derechas del hispanogeorgiano por encima de la mano izquierda de Blessed comenzaban a impactar en el rostro del veterano, que entró en el tiroteo que emplazó el representante español con sus golpes de poder.

El monarca vio demasiado en el tercer episodio. Ya había conseguido leer todos los puntos cardinales de la propuesta de Max Holloway, y la victoria era inevitable. Ahora, El Matador sacó a relucir por fin el gancho de izquierdas del que venía advirtiendo Javi Climent, su entrenador de boxeo, durante toda la semana. Golpes al hígado y a la frente de Holloway conformaban el monólogo de golpes del hispanogeorgiano, y las patadas a la pierna de Blessed limitaban su movilidad. 

Un jab de derechas certificó el principio del fin para Max Holloway. El hawaiano tembló sobre el octágono, y recurrió a la jaula para recuperar aire y marchar de nuevo a la guerra. El pez había mordido el anzuelo. El tan aclamado gancho de izquierdas acabó con todas las predicciones de aquellos peleadores que mitificaron la mandíbula del hawaiano durante la semana, y certificó el nuevo rol de asesino de leyendas de Ilia Topuria dentro de la UFC. El cinturón, la gloria y los vítores permanecían así intactos para España y Georgia con una nueva victoria de El Matador en el octágono más exigente del planeta.

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