Durante un extenso período, un conjunto de sonidos anómalos y desconcertantes provenientes de la Fosa de las Marianas, la región más abismal de los océanos del planeta, suscitó la curiosidad y el desconcierto de la comunidad científica internacional. Estas emisiones acústicas singulares, que presentaban una notable semejanza con las vocalizaciones características de las ballenas, fueron finalmente rastreadas hasta una especie específica de cetáceo. Este descubrimiento pone fin a un misterio que había mantenido perplejos a los investigadores desde que los primeros registros de estos sonidos se obtuvieron en el año 2014.
La génesis de este intrigante enigma sonoro se remonta al año 2014, momento en el cual científicos, en el marco de un estudio acústico exhaustivo de la Fosa de las Marianas, emplearon vehículos submarinos autónomos, conocidos como planeadores submarinos, para la recopilación de datos. La Fosa de las Marianas, un accidente geográfico de proporciones colosales, se localiza a más de 2.400 kilómetros al sur del archipiélago japonés. Los sonidos captados durante esta investigación se distinguían por una estructura bifásica bien definida: una primera fase caracterizada por un rugido grave y de baja frecuencia, seguida de una segunda fase consistente en un tono agudo y penetrante. Esta secuencia sonora evocaba, para algunos observadores, los efectos de sonido frecuentemente asociados a las naves espaciales en las producciones cinematográficas de ciencia ficción.
En la etapa inicial de la investigación, los científicos se enfrentaron a la completa incertidumbre respecto al origen de estas peculiares emisiones acústicas. La naturaleza inusual de los sonidos no permitía una asociación inmediata con fuentes conocidas, ya fueran de origen biológico o geológico. Fue hasta el año 2016 cuando comenzó a emerger una hipótesis plausible que sugería la posible implicación de las ballenas barbadas, un suborden de cetáceos también conocidos como misticetos. Este grupo incluye especies de gran tamaño como la ballena azul y la ballena jorobada, reconocidas por la producción de vocalizaciones profundas y resonantes que se propagan a grandes distancias en el medio acuático.
Sin embargo, un análisis comparativo detallado de las grabaciones obtenidas con los repertorios acústicos previamente documentados de las ballenas barbadas reveló una falta de correspondencia significativa. Los sonidos misteriosos de la Fosa de las Marianas no se ajustaban a los patrones vocales conocidos de ninguna de las especies de ballenas barbadas estudiadas hasta el momento. Esta discrepancia añadió una nueva capa de complejidad al enigma, intensificando la confusión entre los investigadores y prolongando la búsqueda de una explicación definitiva.
El punto de inflexión en la resolución de este prolongado misterio acústico se produjo gracias al desarrollo y la aplicación de nuevas tecnologías de análisis de datos, con un papel protagónico de las herramientas basadas en inteligencia artificial. Un equipo de investigadores abordó el desafío mediante el empleo de algoritmos de aprendizaje automático, diseñados para procesar y analizar un volumen masivo de datos de audio submarino, que superaba las 200.000 horas de grabación.

Una imagen del océano, tomada desde arriba
Cómo llegaron a esta conclusión
La implementación de estas técnicas avanzadas de análisis permitió a los científicos aislar los sonidos específicos denominados "biotwang" del conjunto de otros ruidos presentes en el ambiente marino. Esta separación selectiva facilitó un examen más detallado y focalizado de las características acústicas de los sonidos de interés. Tras un análisis exhaustivo, el equipo de investigación logró establecer una correspondencia concluyente, identificando a las ballenas de Bryde, una especie perteneciente al suborden de las ballenas barbadas, como las responsables de la producción de estos distintivos sonidos.
Para corroborar esta identificación, los investigadores llevaron a cabo registros acústicos específicos en las proximidades de las Islas Marianas, una región geográficamente cercana a la Fosa de las Marianas. Durante estas campañas de monitoreo, se documentó la presencia de nueve ejemplares de ballenas de Bryde emitiendo vocalizaciones que coincidían de manera precisa con los sonidos previamente registrados en la fosa. La Dra. Ann Allen, investigadora líder del proyecto, enfatizó la significancia estadística de este hallazgo, argumentando que la repetición consistente del fenómeno en múltiples individuos confirmaba de manera robusta la conexión entre la especie y los sonidos misteriosos.
En una etapa posterior de la investigación, los científicos profundizaron en el análisis temporal de los sonidos registrados, buscando establecer una posible correlación con los patrones migratorios conocidos de las ballenas de Bryde en la región del Pacífico noroccidental. Para ello, se utilizaron datos recopilados por una red de estaciones de monitoreo acústico estratégicamente distribuidas alrededor de las Islas Marianas. El análisis de estos datos reveló que la detección de los sonidos "biotwang" presentaba una consistencia temporal y geográfica en el área de estudio. Este hallazgo proporcionó un fuerte indicio de que una población específica de ballenas de Bryde, que habita o transita por estas aguas, es la fuente de estas inusuales vocalizaciones.
A pesar del avance significativo que representa la identificación de las ballenas de Bryde como las emisoras de los sonidos misteriosos, la función precisa y el significado biológico de estas vocalizaciones particulares aún permanecen en el ámbito de la investigación. La Dra. Ann Allen propuso la hipótesis de que estas llamadas "biotwang" podrían desempeñar un papel crucial en la comunicación intraespecífica, actuando como un mecanismo para que los individuos de la especie se localicen y mantengan contacto en el vasto entorno oceánico.
La investigadora trazó una analogía con el juego infantil de "Marco Polo", sugiriendo que estas vocalizaciones podrían funcionar de manera similar, permitiendo a las ballenas señalar su presencia y coordinar sus movimientos. Sin embargo, la propia Dra. Allen y el equipo de investigación reconocen que se requiere la realización de estudios adicionales y más detallados para alcanzar una comprensión integral de las razones por las cuales las ballenas de Bryde producen estos sonidos tan distintivos y cuál es el propósito específico que cumplen en su comportamiento y ecología.