Un inquietante descubrimiento arqueológico ha salido a la luz en España, revelando restos humanos que muestran claras evidencias de canibalismo ritual en la prehistoria.
Este hallazgo, realizado en la Cova del Randero, en Pedreguer (Alicante), ha conmocionado a la comunidad científica y plantea nuevas preguntas sobre las prácticas rituales de las primeras sociedades que habitaron el Levante peninsular.
El equipo de arqueólogos, liderado por el conservador de Prehistoria del Museo de Bellas Artes de Alicante, Jorge A. Soler, ha encontrado fragmentos óseos de un bebé y un niño de unos 7 años, con mordeduras post mortem.
Según los expertos, estas marcas, localizadas en la mandíbula de uno de los infantes, son prueba de que los huesos fueron consumidos tras su fallecimiento.
Sin embargo, lo que distingue este descubrimiento es la ausencia de signos de violencia, lo que sugiere que este canibalismo no se realizó por motivos de hambre o supervivencia, sino como parte de un ritual.
Un canibalismo sin violencia
El jefe de Arqueología del Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació (IVCR+i), Rafael Martínez Valle, ha subrayado que las mordeduras encontradas son indicios claros de consumo humano, pero sin los gestos de violencia asociados normalmente al canibalismo.
“No sabemos aún el motivo u origen de este ritual, pero lo que es evidente es que no fue un acto de violencia, sino una práctica ritual”, explicó Martínez Valle.
Lo más sorprendente del hallazgo es que este ritual se desarrolló en un contexto económico de abundancia. Según los arqueólogos, los habitantes de la Cova del Randero vivían del pastoreo y del intercambio de carne de animales, por lo que no había necesidad nutricional para el consumo de carne humana.
Este detalle refuerza la teoría de que el canibalismo tenía un significado ritual, y no era una respuesta a la falta de recursos. Los fragmentos óseos fueron encontrados en un área identificada como un “basurero”, lo que llamó la atención de los investigadores.
Consuelo Roca de Togores, técnica arqueóloga de la Diputación de Alicante, reveló que, tras estudiar uno de los huesos, una mandíbula de infante, se observaron marcas de mordeduras similares a las encontradas en restos de fauna depositados en el mismo lugar.
Este descubrimiento arroja luz sobre un oscuro y desconocido capítulo de la prehistoria de España, que sigue siendo objeto de estudio para desentrañar los misterios detrás de estas prácticas rituales.