Corría el año 2023, cuando un equipo de arqueólogos del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) analizó un tesoro oculto que se había descubierto dentro de la cueva Tlayócoc, la cual está ubicada geográficamente en el estado mexicano de Guerrero.
Este increíble descubrimiento tuvo lugar cuando un joven guía de Carrizal de Bravo, comunidad situada a una altura de 2.397 metros sobre el nivel del mar, acompañó a una arqueóloga de Rusia a explorar la comentada cueva de Tlayócoc.
Tras varias horas de expedición, tomaron la arriesgada decisión de adentrarse por un pasadizo sumergido, que no había explorado nadie en aquel momento, y que los condujo a una sala en la cual hallarían un tesoro.
Ese descubrimiento llamó la atención del propio INAH, que se encargó de analizar y estudiar cada uno de los elementos y objetos del tesoro en el año 2024. Estos expertos confirmaron que se trataba de un tesoro lleno de reliquias espectaculares por su antigüedad y origen, ya que había objetos con más de 500 años.
Sin embargo, la sorpresa no se quedó aquí, porque a medida que se hacía analizaban más piezas, los investigadores quedaban más asombrados ante tal tesoro: entre los muchos objetos había unos brazaletes con conchas marinas y decorados con figuras y símbolos antropomorfos.
Según declararon los arqueólogos responsables del estudio, las evidencias arqueológicas sugerían que estos últimos objetos habrían sido colocados a los brazaletes durante el Período Posclásico (950-1521). Se trata de una época en la que habitaban los tlacotepehuas, una etnia extinguida sobre la cual se tiene muy poca información hasta el momento.