Antes que nada vamos con una confesión: hace pocos meses, en una entrevista que me hicieron en una emisora de radio, dije que la posibilidad de que Jordi Fernández fuera primer entrenador de una franquicia de la NBA me parecía complicada y remota. Pues bien, me equivocaba. El badalonés será entrenador jefe de los Brooklyn Nets en una decisión histórica que hace justicia a los méritos de uno de los currantes más grandes de este mundo enormemente competitivo que es el de los entrenadores de baloncesto.
Pero dejad que os explique el porque de mi punto de vista. No es que dudara de la capacidad de Fernández, en absoluto; al contrario. De lo que dudaba, en realidad, es de la capacidad de las franquicias de la NBA en confiar como máximo responsable técnico de un equipo a un entrenador extranjero. Y más después de la dolorosa experiencia del serbio Igor Kokoskov en Phoenix hace unas temporadas, en la cual un desastroso balance de 19-63 motivó su despido al final de temporada. Si las cuentas no me fallan, Kokoskov había sido el primer entrenador extranjero en entrenar en la NBA, porque nombres como Mike D’Antoni, Steve Kerr o David Blatt, también los canadienses Jay Triano y Steve Nash, pueden considerarse cien por cien estadounidenses a pesar de tener otras nacionalidades. Darko Rajakovic, serbio también y ahora en Toronto, es el segundo. Fernández, pues, el tercero.

Igor Kokoskov fue el primer europeo en entrenar en la NBA
Y si dudaba, queridos lectores, es porque viví muy de cerca las grandes dificultades que tuvieron los jugadores extranjeros que no habían jugado en la NCAA para hacerse un hueco en la NBA. El menosprecio de muchos periodistas para los europeos, la incomprensión que sufrió un genio como era Drazen Petrovic, o las primeras declaraciones de Pat Riley para con Vlade Divac, antes que Magic Johnson le hiciera ver -como ya expliqué en un articulo anterior- que el serbio era mejor que Michal Thompson, por mucho que éste hubiera sido número 1 del Draft.
Divac, en cuanto tuvo oportunidades, borró de la titularidad al padre de Klay en un par de días.

Larry Bird, defendido por el yugoslavo Vlade Divac durante el Open McDonald's celebrado en Madrid en 1988
Pero amigos, ser entrenador jefe: esto son palabras mayores. Sólo puedo decir que el mérito de Jordi es inmenso, difícil de evaluar. Porque asistentes foráneos hay muchos, entre otras cosas porque casi ya hay más entrenadores que jugadores, como demuestra el hecho de que han tenido que habilitar una doble fila en los banquillos para ubicar a todo el staff. Siempre he pensado, y ya me perdonaréis, que a mayor número de entrenadores menos libertad para el talento en la pista. Pero vaya, esta es otra historia.
Recuerdo que cuando Fernández dejó su Badalona natal para convertirse en responsable del player development con los Cavaliers en el 2009, la noticia tuvo un impacto notable, sobre todo entre la prensa catalana. En aquellos años Pau Gasol luchaba por los títulos y la mejor liga del mundo tenía un seguimiento diario en Catalunya, incluso en los noticiarios de información general: contra viento y marea el bueno de Jordi se hizo un hueco.

Pep Guardiola, junto a Jordi Fernández y su familia durante las Finales de la NBA de 2016 en Cleveland
A parte del trabajo diario, el ir construyendo su currículum día a día, sin prisa pero sin pausa, a mi modo de ver el doctorado de Jordi Fernández se produce al hacerse cargo de la selección del Canadá y conseguir una fantástica medalla de bronce al batir a Estados Unidos en el partido por el tercer y cuarto puesto en el Mundial del 2023. La dirección del equipo y el dominio del tempo en el juego fascinaron a aquellos que no lo conocían y reafirmaron a aquellos otros que ya lo valoraban. Pero fijaos en su manera de dirigir al equipo. Por mucho que sus raíces siempre estén en el popular barrio del Canyadó de Badalona, Fernández es un entrenador americano, al cien por cien.
A parte de su acento, que bien pudiera ser de Illinois, observad el respeto que tiene por sus jugadores y por los árbitros, tan diferente a algunos de los entrenadores europeos más importantes. Y cómo valora el trabajo de sus asistentes, algo que en nuestro viejo continente sucede menos. Vosotros diréis: lógico, al haber sido él mismo ayudante durante muchos años. Lógico, sí; pero si queréis os podría dar algunos ejemplos de entrenadores, por ejemplo en la liga ACB, que han pasado de asistentes a titulares y han tenido un comportamiento altivo para con sus ayudantes durante el partido.

Jordi Fernández conversa con Dillon Brooks durante el Mundial 2023
No lo tendrá fácil Fernández en Brooklyn, una franquicia que lo ha tenido todo en sus manos -el ya olvidado Big Three- y no ha sabido aprovecharlo. Un club que ha dilapidado cinco entrenadores, cinco, desde 2020, algo absolutamente inusual en la NBA. Pero ahí radica, precisamente, el gran reto del catalán: dar consistencia a un equipo que va a la deriva; proporcionarle rigor y seriedad. Si lo dejan trabajar en paz, no hay duda: él es el hombre.
Y ya para terminar, destacar que Jordi es un tipo normal a quien el éxito jamás se le ha subido a la cabeza. Un persona que sigue los partidos del Joventut en las transmisiones de Ràdio Ciutat de Badalona y que procura que sus hijos vean los dibujos animados del Club Super 3 de la Televisió de Catalunya para mantener vivo su idioma vernáculo, el catalán.