Ahí está Argentina. Ahí está el campeón de todo defendiendo su corona continental, en la apertura de la Copa América de Estados Unidos. A su manera, con personalidad, con hambre, con seriedad y con victoria. Con pases mágicos de su genio Lionel Messi y con gritos de sus dos centrodelanteros, Julián Alvarez y Lautaro Martínez. Lo más valioso es que todo sucedió en un partido complejo, bravo, porque Canadá se mostró dura y peligrosa.
Messi no solo cosechó un par de récords más para su carrera. También iluminó con varios flashes de crack. En el inicio de la segunda etapa, dibujó un pase sensual para el inmenso Alexis Mac Allister, a quien el arquero le cometió un penal que no fue sancionado porque Alvarez aceleró y la mandó adentro cortando una sequía personal en la selección de 875 minutos sin celebraciones. Y en el epílogo, acabó con la incertidumbre con otra asistencia, en este caso para que festeje Lautaro.
A Leo sólo le faltó su gol. Estuvo ahí nomás de gritarlo en tres ocasiones. Dos veces en una misma acción, tras un saque excelso de Dibu Martínez. Primero, Crépeau le tapó el zurdazo abajo. Y en el rebote, el 10 mareó al arquero y se la picó con clase, pero la pelota que marchaba hacia el arco chocó contra el cuerpo del defensor Cornelius, quien cerraba desesperado. Y en la otra oportunidad, de nuevo cara a cara con el portero, pateó apenas desviado.
Argentina no fue solo Messi. Fue el mismo equipo que hace rato es. Manejó la pelota, pero Canadá fue inteligente para esperar cediéndole la salida a los dos marcadores centrales, Cuti Romero y Lisandro Martínez, y para tapar a los mediocampistas albicelestes y complicarles la elaboración.

Messi, protagonista en el inicio de la Copa América. Sus datos
Gráfico: Sofascore
El desarrollo resultó atractivo porque Canadá no se metió atrás. Por momentos adelantaba su defensa asumiendo riesgos. Así Argentina amenazaba con lastimar en algún pelotazo largo o cruzado a esos grandes espacios vacíos. Había insinuación de gol en las dos áreas porque la selección de Jesse Marsch respondía e inquietaba por las bandas, en especial la de Alphonso Davies.
Jugando a contar situaciones de gol, hubo una relativa paridad en el primer tiempo. Sin embargo, en el segundo, con las piernas canadienses más desgastadas y a partir de que Julián marcó el primero, Argentina encontró varias oportunidades para liquidarlo. No solo las que Leo no logró convertir. También en algún momento Canadá pudo empatarlo, es cierto. Pero hubiera sido demasiado injusto. Argentina y Messi merecían arrancar con una sonrisa. Ahí viene el campeón. Ahí viene el genio. Quieren más.





