Mariona de Champions

FC BARCELONA/FINAL COPA DE LA REINA

La MVP encarnó la insaciabilidad de este Barça, en una final que no sirvió como test futbolístico antes del OL pero sí confirmó que las azulgrana nunca tienen bastante

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 Mariona Caldentey, la mejor de la final de Copa

Javier Cebollada / EFE

Fue la victoria del Barça una victoria esencialmente coral, la exaltación de un equipo que juega de memoria y que siempre pone sus individualidades al servicio del colectivo. Aun así, esta Copa de la Reina permitió los lucimientos personales. Curiosamente, en un plantillón con dos Balones de Oro como Aitana Bonmatí y Alexia Putellas, La Romareda sacó brillo a un protagonismo muy repartido: la final dejó un aire inevitable de tributo a las carreras de Sandra Paños y Marta Torrejón, la portera recuperando la titularidad con el brazalete de capitana en la temporada de su adiós al club con su 17º título y la polivalente futbolista corroborando en el césped su condición de reina del torneo, con 11 Copas. Resaltó también el deseo de Salma Paralluelo de triunfar en su casa, su Zaragoza natal, con una exhibición de ambición y llegada y su 32º gol de la temporada. Brillaron en su faceta rematadora Ona Batlle y Graham Hansen, con sendos dobletes. Y, sobre todo, la final coronó a Mariona Caldentey, con sus dos goles y tres asistencias, como MVP ante los 25.617 espectadores que asistieron al enésimo recital de un equipazo que se siente ante el último peldaño para autoconsiderarse hegemónico: ganarle al tercer intento al Olympique de Lyon una final de la Champions. 

El próximo sábado, en San Mamés, volverá a la carga europea ante el que ha sido su bestia negra, ese OL que también exhibe músculo ganando su 17 Liga francesa en 18 años. Esa será, sin duda, la final de finales.

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“Ya tenemos 3, nos falta 1”, fue lo primero que dijo Caldentey aún en el césped aludiendo a los títulos de Liga, Supercopa y Copa. Falta esa tercera Champions, la primera ante el OL. Y si bien ese 8-0 ante la Real no sirve de test futbolístico ‘pre-OL’, sí evidencia la voracidad de un Barça que nunca, nunca, tiene bastante.

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