La derrota ante el Alavés fue un nuevo golpe para un Girona que no logra salir de su laberinto.
Once jornadas sin conocer la victoria empiezan a pesar demasiado, y el técnico Míchel Sánchez, visiblemente tocado, lo reconoció en rueda de prensa: “No sé si es el peor momento, porque en Segunda ya vivimos una situación delicada, pero sí, es un momento difícil para mí y para todos”, reconoció. Una situación que, según él, debe afrontarse con calma, aunque admite que el equipo está muy lejos del nivel que debería ofrecer: “En la primera parte no hemos estado bien, no hemos hecho pases con agresividad. Queríamos hacer justo lo contrario”, lamentó.
Pese a ello, Míchel no pierde la fe ni en el estilo ni en la plantilla. Cree que la solución pasa por mantener la identidad, aunque admite que falta determinación y agresividad. “Queremos dominar, tener el balón, estar en zona tres... Pero nos falta agresividad. En las áreas no es sólo cuestión de suerte, sino de determinación. El fútbol son duelos y mentalidad”, recalcó. Sobre los jugadores, pidió dejar de lado el señalamiento individual y reforzar el colectivo: “No nos falta actitud, sino más agresividad como conjunto. Hay que hablar con ellos, que se sientan fuertes”, opinó.
También mandó un mensaje claro a la afición, que empieza a mostrar síntomas de hartazgo: “Los necesitamos mucho, y ellos ya lo saben. Es un reto difícil, pero está en nuestras manos”, se sinceró. Sobre nombres propios como Yáser Asprilla o Abel Ruiz, Míchel pidió paciencia y recordó que todos deben dar un paso al frente: “No es cuestión de nombres, todo el mundo debe dar más y hemos llegado aquí por deméritos nuestros y yo soy el máximo responsable”, repitió como en tantas ocasiones. El técnico cerró reafirmando su compromiso con el proyecto: “Me lo creo, quiero luchar por estar aquí muchos años. Si les llaman de fuera, ya les he dicho que ahora toca solucionar lo que tenemos entre manos”, concluyó.