La Juventus de Turín se llevó un valioso triunfo de su visita al Cagliari (0-1) que le permite superar en la tabla a la Lazio y colocarse entre los cuatro primeros en la tabla gracias a una diana de Dusan Vlahovic, de vuelta a la titularidad tras varias jornadas como suplente.
El proyecto de Thiago Motta al frente del club lleva tiempo siendo muy discutido, pues se esperaba que luchara por la liga y hasta ahora, que ha conseguido 4 victorias seguidas, no ha estado a la altura de lo esperado en competición doméstica. Con los últimos pinchazos del Nápoles está a 8 puntos del liderato. Difícil, pero no imposible, más teniendo en cuenta que tras el mazazo que supuso la eliminación en Champions contra el PSV deben agarrarse a cualquier posible ilusión.
Los bianconeros empezaron el partido con la energía y la determinación que les ha faltado otros días. Se notó que estaban con la rabia propia de quien ha decepcionado hace poco y sacaron la rebeldía.
El tempranero gol de Vlahovic comiéndole la tostada a Yerri Mina, al que le robó la cartera para llevarse el balón y encarar a Caprile, a quien regateó antes de definir suave con la izquierda (12'), dio mucha calma a la vecchia signora.
El partido podría haber quedado resuelto en la primera parte, pero la Juventus se ha caracterizado esta temporada por no cerrar los partidos y luego complicarse la vida. Lo iba a hacer una vez más. Las incursiones por los costados de Yildiz y Conceiçao, dos auténticos diablos, no acabaron en la red rival por falta de puntería o por las buenas intervenciones de Caprile.
En la segunda mitad más de lo mismo. Dos tiros a bocajarro de Vlahovic que se escaparon, uno por encima del larguero y otro por parada del portero, aunque con posible penalti al serbio en el momento del disparo.






En los minutos finales el equipo de Davide Nicola se desmelenó por fin y a base de centros laterales en busca de los atacantes y de las incorporaciones de Mina hizo sufrir a la Juve, que resistió y se llevó los puntos que tanto necesitaba.