Me encantan los playoff de ascenso. Y viene desde que yo era pequeño, pues lo que viví en un CE Premià-Crevillente en una fase de ascenso a la antigua Segunda B, y su espectacular marcador (8-3), me enganchó y de qué manera. Ya sea en la actual Tercera Federación, en el 'invento' catalán de la Lliga Èlit o en la LaLiga Hypermotion, el mes de junio te da un aliciente extra una vez finalizada la liga regular.
En la élite hemos pasado en unos años de tener una promoción entre dos clubs de Primera contra otros dos de Segunda A (¿quién no animó a los Extremadura, Toledo, Figueres...?), luego a tener ascensos y descensos directos, hasta que se decidió apostar por un playoff de ascenso únicamente entre equipos de la categoría de plata. El debate de alargar el chicle de una competición con 42 jornadas ya lo abordaremos otro día.
Con el nuevo formato se apostó por nuevas reglas. Ya no habría penaltis y se premiaría al mejor clasificado con la victoria en caso de persistir el empate tras la prórroga. Y también se determinó que, en las eliminatorias, el mejor clasificado jugaría siempre el partido de vuelta en casa. El duelo decisivo, delante de tu afición. ¿Qué podía salir mal?
Que se lo digan al Eibar. Toda la temporada luchando por meterse en el ascenso para poder regresar a Primera, y en la recta final, dando prioridad a esa tercera plaza que le permitiera jugar las dos eliminatorias con la vuelta en Ipurúa. Los de Joseba Etxeberria lograron ese objetivo, acudieron al playoff y vieron el calendario... ¡Sorpresa! Eres tercero y debes jugar en casa del rival en fin de semana con un estadio lleno a rebosar, mientras que en la vuelta, lo haces en miércoles laborable. Con lo que cuesta que la gente acuda en horario nocturno. Y saltó la sorpresa. Los 'armeros' cayeron 0-2 ante el Real Oviedo, que será el que se juegue contra el Espanyol la vacante que queda en Primera División.
Entiendo que con este calendario se quiere evitar alargar una semana más una temporada ya excesivamente duradera, pero que alguien me cuente qué ventaja te da jugar un partido de vuelta de un playoff de ascenso en casa en día laborable. Y más cuando tu rival lo hizo ante su afición en fin de semana. Eso ni es un premio ni es justo.