El Levante y el Elche dieron este sábado una auténtica lección. Los minutos previos a su encuentro en el Ciutat de València, el primero que se disputaba en la capital del Turia tras la devastadora DANA que asoló la Comunitat, constituyó una auténtica demostración de sentido común, de sensibilidad y de cariño hacia las víctimas.
Desde las camisetas del equipo local, manchadas de barro, hasta las lágrimas de Julián Calero, técnico granota, pasando por la interpretación del himno de la Comunitat, la bandera gigante desplegada sobre el terreno, la sucesión de los nombres de las localidades afectadas por el fenómeno... Si no fuera por el trágico trasfondo de todos estos actos, sólo cabría calificarlos de ejemplares y de preciosos.
Pero nada como el minuto de silencio guardado por todos los protagonistas. Y cuando decimos todos queremos decir todos: jugadores, aficionados, técnicos... Y cuando hablamos de minuto hablamos de 60 segundos en absoluto silencio, en atronador y abrumador silencio, con el estadio prácticamente a oscuras.
Fue una lección de cariño, de solidaridad, de apoyo a las víctimas. Y de paso, una colleja monumental a esa clase política que con las calles todavía llenas de barro y de residuos, con víctimas por localizar, lleva días tirándose los trastos por la cabeza acusándose mutuamente de negligencia, de no haber actuado correctamente y buscando excusas donde no las hay. Por suerte, el fútbol supo estar esta vez (una vez más) muy por encima de tanta indignidad.