“Si quieres resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”, decía Albert Einstein. Bien puede aplicarse esa frase al camino de Garbiñe Muguruza en los últimos meses, coronado, por ahora, con una brillante final del Open de Australia.
El pasado 23 de noviembre, Garbiñe anunciaba que Conchita Martínez iba a ser su entrenadora en la temporada 2020. Fue en julio, después de Wimbledon, cuando Muguruza separó su camino del de Sam Sumyk, el técnico que le había llevado a conquistar un Wimbledon, un Roland Garros y alcanzar el número 1 mundial.
Conchita siempre estuvo al lado de Muguruza, con la que incluso compartió banquillo en ese título en Londres. Sin embargo, Garbiñe no había encontrado su mejor tenis desde ese verano con trofeos en Wimbledon y en Cincinnati. Dos años y medio después, vuelve a sonreír.
Dos títulos en Monterrey y una final en Doha parecen poca cosecha para una jugadora del potencial de Muguruza en estos dos años y medio. Entre las dos últimas temporadas, Garbiñe solo había disputado unas semifinales de Grand Slam, en Roland Garros 2018. Dos octavos de final, tres segundas rondas y dos primeras rondas completaban sus actuaciones.
El deseo de contar con la ayuda de Conchita buscaba precisamente ese revulsivo que la aragonesa siempre ha dado a la exnúmero 1 del mundo, tanto a nivel mental como a nivel de juego. Así se ha demostrado siempre que ambas han coincidido en Copa Federación o en torneos en los que Conchita ha ejercido de entrenadora de Garbiñe.
Se ha vuelto a poner de manifiesto en este Open de Australia. En él se ha visto a una Garbiñe dispuesta a sufrir y a pelear hasta el final. Sin la precipitación que ha sido su seña de identidad en los dos últimos años, Muguruza ha sido capaz de elaborar los puntos y, sobre todo, de mostrar capacidad de sufrimiento para seguir peleando y no hundirse cuando las cosas iban mal. Muestra de ello fue su remontada en primera ronda contra Shelby Rogers tras perder el primer set por 6-0 (ganó los dos siguientes por 6-1 y 6-0). Este mismo jueves ante Halep, con quien ha pasado del 3-5 al 7-5 en el segundo set, Muguruza ha vuelto a demostrar sus ganas por pelear cada punto y no rendirse hasta el final.
Cambios en su equipo
Ese cambio de entrenador y la fortaleza mental mostrada en Melbourne han sido las dos grandes transformaciones de Garbiñe en este Open de Australia, pero lo cierto es que Muguruza ha apostado esta temporada por una renovación profunda de su equipo de trabajo.
Además de sustituir a Sumyk por Conchita, Garbiñe acabó a finales de 2019 su relación con su preparador físico Laurent Lafitte, miembro del equipo de trabajo de Sumyk. En su lugar, Muguruza ha contratado a Santiago de Martino. Las ganas a la hora de pelear los puntos largos han demostrado que Muguruza ha llegado muy entera físicamente a Melbourne. Además, también se acabó la relación con la fisioterapeuta Alicia Cebrián, quien ha sido sustituida por Cathrin Junker.
Con el nuevo equipo de trabajo han llegado también nuevos hábitos. Los Ángeles quedó atrás como lugar de preparación de la temporada para dar paso a Ginebra y a San Diego. El cambio de equipo y de hábitos ha provocado para Muguruza un cambio de tendencia radical en este Open de Australia.