Polémico gesto de Medvedev en su partido contra Alcaraz

Daniil Medvedev se enfadó por el apoyo del público de Wimbledon al español Carlos Alcaraz y así lo hizo saber con gestos

Polémico gesto de Medvedev en su partido contra Alcaraz
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El ruso Daniil Medvedev apenas celebra las victorias. Ni se inmuta cuando gana un trofeo. Sin embargo, su sangre bulle cuando se enfada y lo puede pagar cualquiera: desde la raqueta, lo que más a mano tiene, a su entrenador francés Gilles Cervara, que incluso ha abandonado la pista por los arrebatos de su pupilo, o el público, si considera que ha animado de más a su rival.

El moscovita, 25 años y número dos mundial, ya se las tuvo con la afición del US Open en 2019. Durante un partido contra Feliciano López , estuvo maleducado con un recogepelotas y desafió abiertamente a los fans animando a que siguieran con sus abucheos. A sus aspavientos unió un gesto que empieza a ser marca de la casas: echarse un dedo al oído como si quisiera escuchar más ruido desde la grada, en contra.

“Quiero que sepáis, cuando os vayáis a dormir esta noche, que he ganado gracias a vosotros. La energía que me habéis ado. Cuando más hagáis, más ganaré”, se dirigió a la gente tras ganar el partido. Llegó más tarde a la final, que perdió ante Rafa Nadal.

Su trayectoria ha ido a más desde entonces. Finalista del Open de Australia, acaba de ganar el ATP sobre hierba de Mallorca. Es uno de los aspirantes a derrocar a Novak Djokovic.

Se las ha vuelto a tener, sin embargo, con la afición. Esta vez le tocó a los seguidores de la Pista 1 del All England Club, que quisieron premiar continuamente el esfuerzo y calidad de un chaval de 18 años como Carlos Alcaraz, que ayuda a encender positivamente al público porque no repara en celebraciones para insuflarse apoyo.

No le gustó mucho a Medvedev, quien además se enfadó por ceder un ‘break’ de ventaja cuando servía para primer set. Los aficionados impulsaron al español. Y el ruso fue vengativo. Cuando ganó la manga por 6-4 se llevó varias veces el dedo al oído, como que no escuchaba los vítores de los presentes.

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Un gesto que realizó varias veces, desafiando a un público que fue más comedido que el de Nueva York, como suele ser tradicional. Sobró teniendo en cuenta que no había pasado nada fuera de lo normal. Las excentricidades del imprevisible Daniil Medvedev.

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