El universo nunca deja de sorprendernos con sus fenómenos astronómicos, algunos tan espectaculares que pueden ser observados incluso sin instrumentos especializados. Uno de estos eventos excepcionales está a punto de ocurrir: la estrella conocida como T Corona Borealis (T CrB) podría convertirse en una nova en los próximos años, un acontecimiento que no sucede desde hace más de ocho décadas.
Para la mayoría de las personas será la primera vez que podrán presenciar este impresionante despliegue celeste a simple vista. Este fenómeno no solo promete cautivar a los aficionados al cielo nocturno, sino también ayudarnos a comprender mejor los misterios detrás de las explosiones estelares.
La T CrB es mucho más que una estrella solitaria brillando en el espacio. En realidad, forma parte de un sistema binario, donde dos estrellas están atrapadas en una danza gravitacional mutua. Lo fascinante de este sistema es la interacción entre ambas estrellas: la más pequeña, aunque densa, actúa como un vampiro cósmico, extrayendo material de su compañera más grande.
Este proceso crea condiciones extremas en su superficie, donde el plasma acumulado genera temperaturas y presiones inimaginables. Finalmente, esta acumulación desencadena una explosión termonuclear masiva, conocida como nova, que ilumina temporalmente el firmamento.
Un evento cíclico con incertidumbre científica
Las explosiones de novas en sistemas como T CrB no son eventos aleatorios; tienen un patrón aproximado de ocurrencia cada 80 años. Los registros históricos muestran que estas explosiones se han producido en 1787, 1866 y 1946. Sin embargo, predecir con exactitud cuándo ocurrirá la próxima sigue siendo un desafío para los científicos.
En 2024, un equipo de astrónomos detectó anomalías en el comportamiento del sistema binario que sugerían un posible estallido entre febrero y septiembre de ese año, pero el evento no ocurrió. Esto subraya la complejidad de los procesos involucrados y la necesidad de investigaciones más profundas.

Una estrella puede explotar después de 80 años.
El astrofísico Jean Schneider abordó este problema utilizando datos históricos y simulaciones orbitales para proponer posibles fechas para la próxima nova. Según sus cálculos, los días más probables para el fenómeno son el 27 de marzo de 2025, el 10 de noviembre de 2025, el 25 de junio de 2026 y el 8 de febrero de 2027.
No obstante, Schneider advierte sobre la posibilidad de perturbaciones externas que podrían alterar estas predicciones. "Insto a los observadores a ser cautelosos al respecto", escribió, destacando la importancia de monitorear continuamente la curva de luz de la estrella.
Cómo observar este fenómeno celestial
Cuando T CrB finalmente estalle, su brillo aumentará drásticamente, alcanzando niveles similares a los de la famosa estrella Polaris. Durante varios días, será visible a simple vista, lo que permitirá a cualquier persona disfrutar de este espectáculo cósmico sin necesidad de telescopios ni binoculares.
Tras su pico de luminosidad, el brillo comenzará a disminuir gradualmente, volviéndose observable solo con binoculares durante poco más de una semana antes de regresar a su estado original, accesible únicamente mediante telescopios.
Para localizar T CrB cuando se convierta en nova, los observadores deberán buscar la constelación Corona Borealis, situada entre Bootes, Hércules y la Serpiente. Esta constelación aparece en el horizonte noreste a medianoche, aunque su posición varía según la época del año. Cuando la explosión ocurra, parecerá que una nueva estrella de brillo medio ha emergido en esa región del cielo, destacándose claramente entre sus vecinas.
Este evento no solo será un espectáculo visual único, sino también una oportunidad invaluable para los científicos. Al estudiar la explosión de T CrB, podrán avanzar en la comprensión de los mecanismos detrás de las novas y, quizás, descubrir nuevos detalles sobre la evolución estelar.