Conviene relativizar el empate cosechado el pasado domingo por el Athletic en Valladolid. El equipo de Valverde, cierto es, no tuvo una de sus mejores tardes frente a un rival hundido en la zona de descenso de la clasificación. Los pucelanos se dedicaron más a no dejar jugar que a intentar hacerlo.
Al Athletic, por realizar un somero repaso de su alineación titular tipo, le faltaron de partida Unai Simón, Vivian, Yuri, Galarreta, Sancet e Iñaki Williams. Más de la mitad de los habituales con Valverde se perdió la cita o comenzó en el banquillo. Seis de once.
No estando ellos les tocó el turno a Agirrezabala, Adama, Jauregizar, Prados, Unai Gómez y Nico Serrano. A ellos y a De Marcos, Yeray, Paredes, Berenguer y Nico Williams. Un equipo formado, por tanto, por muchos jugadores que no hace tanto militaban en el filial del Athletic.
Todo, en definitiva, merece ser analizado con cierta perspectiva. Jugar en Europa entre semana pasa factura. Al Athletic y a buena parte del resto de los equipos.
El equipo de Valverde viene además de un largo periodo sin combinar las competiciones domésticas con la continental. Seis años, que se dice pronto. Más de un lustro.
Resulta evidente que en campos como Zorrilla se aspira a algo más que a un empate. La teoría, sin embargo, es una cosa y la práctica otra bien distinta. Los partidos no se ganan en la pizarra. El rival también juega.
Al Athletic hay que exigirle más, claro que sí; pero sin perder la perspectiva.