Brasil había organizado la Copa del Mundo en 1950 y alcanzó el cuadrangular final. Llegó a la fecha final contra Uruguay y con tan solo un empate era campeona por primera vez. Pero los charrúas les aguaron la fiesta y se coronaron ellos en la cara de los brasileños.
El partido ese tomó dimensiones legendarias y en la jerga popular como el Maracanazo.
Pasaron 64 años y Brasil volvió a organizar un Mundial en 2014. El fantasma de 1950 seguía rondando en el país sudamericano y la presión que ejercían desde afuera para los jugadores.
El entrenador de aquel equipo era Luiz Felipe Scolari, el técnico ganador en Corea-Japón 2002. Contaba con grandes figuras como Neymar, Dani Alves, Marcelo o Thiago Silva. Pero exceptuando al crack surgido del Santos, los otros grandes nombres eran defensores, algo contrario a la historia del jogo bonito.
Brasil comenzó su andar en aquel Mundial con un triunfo 3 a 1 sobre Croacia en el debut, aunque más allá del resultado el juego no convenció a los puristas. En la segunda fecha, la verdeamarela igualó en cero con México y en la última presentación de la fase de grupos venció 4 a 1 a Camerún.
El clima era tenso y en octavos de final se cruzaron con Chile y tras un flojo empate 1 a 1 avanzaron por penales. La presión cada vez era mayor y en cuartos de final vencieron a Colombia 2 a 1, nuevamente sin convencer. Y, para empeorar las cosas, Neymar se lesionó tras una dura patada de Juan Camilo Zuñiga.
Pero lo sucedido en el Estadio Mineirao de Belo Horizonte, en semifinales fue algo inédito. Alemania aprovechó la ausencia del crack local y también la presión que tenían.
Por eso, se encargaron de meterles siete goles (cinco de ellos en 20 minutos del primer tiempo) y los anfitriones apenas pudieron descontar sobre el final. El escándalo y la decepción en el país de la alegría fue total y algunos diarios pusieron sus tapas sin ningún titular.
La responsabilidad de la localía y el miedo escénico hizo mella en los brasileños y no tuvieron palabras para describir lo sucedido aquella noche. Un 7 a 1 para la historia y los verdugos teutones fueron Thomas Müller, Miroslav Klose, Toni Kroos, Sami Khedira y André Schürrle.