En medio del intenso debate sobre el MVP -y de la descarada campaña en América para que se lo den a Shai Gilgeous-Alexander-, Nikola Jokic puso sobre la mesa una auténtica virguería para recordar quién sigue siendo el mejor jugador del mundo.
En la victoria de los Denver Nuggets ante unos Milwaukee Bucks (127-117) sin Damian Lillard ni tampoco Giannis Antetokounmpo, Jokic se sacó de la manga una de esas asistencias tan suyas, aunque en este caso fue una físicamente imposible de ejecutar para cualquiera menos para él.
Kyle Kuzma, que estaba defendiendo al serbio, no sabía ni dónde mirar después de ver que Aaron Gordon, como no podía ser de otra manera, convertía la genialidad del Joker en asistencia.
La nueva barbaridad del triple MVP fue apenas una pequeña parte de su amplio repertorio de 39 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias.
Gilgeous-Alexander es un fenómeno y sus Oklahoma City Thunder vuelan como líderes del Oeste. Pero nadie domina los partidos de tantas maneras como lo hace el Joker. Ni nadie en la NBA -ni por asomo-, tiene tal surtido de pases.