Era un 23 de octubre de 2013, miércoles, para más señas. Ése fue el día de autos, y el escenario, uno de los templos del fútbol mundial: Old Trafford. En el santuario de la ‘red devils’ habían oficiado algunos de los más reputados ministros del balompié, como Denis Law , Bobby Charlton , George Best , o los más próximos Wayne Rooney o Cristiano Ronaldo .
Aquella noche, la Real de Jagoba Arrasate salió al campo encogida, deslumbrada por el brillo del escenario, y a los dos minutos ya perdía por 1-0, con un autogol de Iñigo Martínez. La Real tomó conciencia en aquel instante de la dimensión de aquello a lo que se enfrentaba; no sólo se medía a uno de los grandes de la historia, sino que se enfrentaba a la misma historia.
Aquello es ya sólo una página de la crónica de este club, necesaria, probablemente, pero felizmente superada. La realidad presente parece otra bien distinta; esta Real que impresiona -en Nápoles deben aún estar disfrutando del placer de no tener que cruzarse con la Real-, es capaz de situarse a la altura de cualquier rival, y tratarlo de tú a tú, con una insolencia que perturba.
El equipo de Imanol ha convertido la excelencia futbolística, o su búsqueda cuando menos, en su razón de ser, y procura repetir el mismo brillante patrón en cada ocasión que se le presenta. Al conocer la identidad del adversario en la siguiente ronda, el nombre del United habrá sonado con el estrépito de un trueno, pero superada la onda de choque inicial, habrá identificado rápidamente la presencia de un maravilloso reto, al alcance de sus posibilidades. No podemos obviar que el equipo de Solskjaer viene de ser expulsado ominosamente de la Liga de Campeones, donde no ha sido capaz de superar la fase de grupos.
Visto así, se diría que la historia brinda a la Real una oportunidad ‘histórica’.
OTRA FORTALEZA POR CONQUISTAR
El lunes conocíamos la noticia de que la Real deberá intentar asaltar una plaza difícil de tomar como Old Trafford. Pero, sin irnos tan lejos, por aquí cerca podemos toparnos con fortalezas tradicionalmente inexpugnables para la Real Sociedad como, por ejemplo, el Camp Nou, que hoy visitan los de Imanol.
Y como para muestra basta un botón, ahí está el casi ultrajante dato que señala que la Real se ha enfrentado en 73 oportunidades al Barcelona en el feudo blaugrana y que sólo en tres oportunidades logró la victoria. Y para encontrarnos con la última tenemos que introducirnos en la máquina del tiempo y realizar un viaje regresivo hasta 1991, cuando un equipo que dirigía interinamente Javier Expósito, se imponía por un contundente 1-3, con goles con label británico (dos de Aldridge y uno de Atkinson ).
Desde entonces y hasta el día de hoy, un camino jalonado de derrotas, muchas de ellas abultadas, y sólo un empate aislado.
Pero este año, lo mismo que decíamos en el caso del United, los astros parecen estar alineados a fin de propiciar un resultado favorable, frente a un Barça que, más que en construcción, parece hallarse en una fase de descomposición galopante.
Felices remembranzas
Leer esta semana una entrevista a Raynald Denoeuix en ‘Ouest France’, en la que el técnico normando rememora con tanto cariño su paso por la Real agiganta aún más la figura de uno de los personajes no forjados en nuestra factoría que mayor huella dejó entre nosotros. Casi hizo campeona a la Real y, desde entonces, se convirtió en uno de los nuestros para siempre.
Hábitos perniciosos
Empatar un partido no es necesariamente un paso atrás, pero cuando lo haces seis veces de forma consecutiva, se convierte en una costumbre peligrosa. La Real no gana un partido desde el Carranza, y la reiteración en las tablas pone de manifiesto un endurecimiento del calendario, agravado por lo sobrecargado del mismo. Cuanto antes abandonemos esta costumbre, mejor.