Garbiñe Muguruza se pasó por Tequila, a 60 kilómetros de Guadalajara, la ciudad mexicana que acogió las WTA Finals sustituyendo como emergencia a la localidad china de Shenzhen. La nueva 'maestra' del tenis mundial es inquieta, le gusta descubrir nuevos espacios y no limitarse sólo a pisar los estadios de tenis. Hizo una cata que bien merece ser continuada como celebración de su nuevo éxito como primera española que conquista el Masters.
Está arropada por su núcleo duro de trabajo. Al frente, una referencia, Conchita Martínez, a la que pidió auxilio en noviembre de 2019 buscando dar un giro a una trayectoria que palidecía. Con ella como entrenadora accidental había reinado en Wimbledon 2017, en los tiempos en que alcanzó el número uno (11 de noviembre de 2017), consecuencia también de su triunfo en Roland Garros 2016. Una campeona de momentos especiales.
Los argentinos Santi de Martino (preparador físico) y Adriana Forti (fisioterapeuta) han sido otros pilares en esa transición lenta pero segura hacia otro hito de la tenista, que regresa a la élite concluyendo el curso 2021 como nº 3 mundial. En Guadalajara, justo en la hilera de sillas posterior, Cecilia Casla (prensa desde los comienzos), Juan Acuña (de IMG, empresa donde su mánager principal es Olivier van Lindonk) y su novio, el modelo italiano Arthur Borges, a quien presentó en sociedad.

Garbiñe Muguruza, con su equipo y novio posando con el trofeo de campeona en las WTA Finals
Aquella niña que quería jugar con sus hermanos Asier e Igor la ha vuelto a liar. En la Academia Sergi Bruguera, en la localidad barcelonesa de Santa Coloma de Cervelló, donde aquellos buscaron una carrera en el tenis que no cuajó pero que provocó la de la pequeña, nacida en Caracas de padre vasco, el empresario José Antonio, y madre venezonalana, Scarlet Blanco.

Garbiñe Muguruza, de niña con sus hermanos
"Soy ciudadana del mundo", se califica. Vive en Ginebra (Suiza), con vistas al Lago Leman. Su mejor amiga es rumana, Ilinca, a la que conoció de jovencita en la academia de tenis. En México proclamó su orgullo de latinoamericana como un extra para intentar ganar el Masters.
Ilinca dice de Garbi que "es a adicta a la adrenalina". No para quieta, ya sea cocinando, especialmente dulces, o ensayando un baile que comparte en las redes sociales, porque no concibe la vida sin música. Subió al Kilimanjaro, la cima africana, y estuvo varios días practicando con los GEAS de la Guardia Civil en Mallorcia, haciendo espeleología, colgándose de un helicóptero o buceando. Inquieta. Tiene que competir en el WTA de Chicago, hay Ryder Cup cerca, y se va a ver a Sergio García y Jon Rahm. Está confinada en casa, hacer cursos a distancia de nutrición, psicología y salud deportiva. Y siente pasión por todo lo que rodea a la moda, incluido posar o encontrar unos 'manolos' de su número.
Ahora, entre tantas burbujas por la Covid, ha pedido un respiro en sus vacaciones. "Me veréis en la tumbona", anunció en Guadalajara. Ya veremos si no puede más esa necesidad de adrenalina antes de afrontar la pretemporada en Marbella. Que en un mes deberá hacer las maletas para Australia.
Una Muguruza más madura, más comprensible con sus propias fortalezas y debilidades, ha recuperado su puesto en el escaparate mundial. Viste Adidas, su raqueta es Babolat y otros patrocinadores son Caser, Rolex, Jaguar, Nivea y Maui Jim. Asimimos es embajadora de Room to Read, una organización sin ánimo de lucro que cuida de la educación de la juventud más desfavorecida en países en vías de desarrollo.
Y sólo tiene 28 años, margen suficiente para seguir dando zarpazos. Sumó su décimo título en diecisiete finales. Es de apariciones explosivas. Sigue siendo anecdótico, aunque define bien su especial trayectoria, que sus únicos títulos en tierra y hierba son en Roland Garros y Wimbledon. Genio y figura.