Rafa Nadal. The end

PANTALLA PLANAS

Rafa Nadal. The end

Periodista

Hace unos días, a las puertas de su despedida, Rafa Nadal declaraba: “No hay despedida ideal. Los finales ideales son para las películas americanas y hace tiempo que me di cuenta que no tendría una de estas”. Y, ciertamente, no ha habido ni una última imagen que cierre con emoción y épica su última jugada.

Nadal perdió el primer partido de los cuartos de final de la Copa Davis ante Van de Zandschulp y ni la realización supo prever que ahí podía estar su último golpe de raqueta. Realización ponía énfasis en los ánimos de la grada durante los últimos minutos de partido. Pero una vez derrotado, no hubo una atención especial sobre el gran protagonista de esta competición. Nos mostraban a Alcaraz, los suplentes del equipo español, el público, un primer plano de Moyá… pero a Rafa lo perdimos de vista. Hasta que nos lo mostraron, un breve instante, saludando al público en el centro de la pista.

No hubo un seguimiento televisivo especial que otorgara cierta emotividad al momento, pensando en la posibilidad que ese podía ser el último partido que disputaba Nadal. Solo cinco segundos fugaces en el túnel, de camino al vestuario, como en cualquier otra jornada. Nadie contemplaba que ese fuera el final deportivo, la última vez que salía de la pista. Ni Álex Corretja que, como comentarista, apuntaba: “Yo no descarto que Rafa salga a jugar en dobles”. No fue así.

En los dobles, con Carlos Alcaraz y Marcel Granollers en la pista, solo cuando fue evidente que la historia empezaba a torcerse, se apreció la verdadera dimensión de la tragedia. La última jugada de Rafa la habíamos visto hacía horas y no se le dio la importancia ni emocional, ni narrativa, ni visual, que seguramente merecía. Corretja se quedó mudo en los últimos minutos del partido. La realización se limitaba a mostrar primeros planos de Nadal con el rostro serio. Con la derrota en el dobles y la eliminación definitiva, Álex Corretja lamentaba: “Me quedo muy tocado, helado, desangelado por todo lo que pensábamos que podíamos vivir aquí en Málaga, con la presencia de Rafa, el homenaje…”. Incluso a él y a Ainhoa Arbizu (bien hallada, por cierto) parecía costarles encontrar la manera de cerrar la retransmisión. “Me siento incómodo. Yo no lo veía venir hoy”.

No era sólo la eliminación. Era la manera cómo se mezclaba con un adiós precipitado y frío de Nadal, con un sabor amargo. Ese final tan comentado, de tan previsible, llegó casi sin darnos cuenta. Como una mala película.

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