Siempre fue mejor soldado aquel que no hacía ruido. Implacable, formalizaba su misión con sigilo, sin provocar reacción alguna en las líneas enemigas hasta que plantaba su cuerpo, repleto de adrenalina, frente al rival. Así campa Shavkat Rakhmonov por la UFC: en silencio, deja que sus acciones hablen por sí solas sobre el octágono. Con la desgracia de no poder optar al oro mundialista de las 170 libras, encuentra en Ian Garry el oponente perfecto con quien pagar los platos rotos y seguir con su racha infalible: en 18 peleas profesionales, el kazajo no tiene ni idea de qué es depender de unos jueces para vencer.
Uzbekistán es la cuna del soldado silencioso. Sin embargo, representa los colores de Kazajistán desde 2017, cuando adquirió la nacionalidad del país. Guiado por sus ancestros, el peleador recoge el apodo de Nómada desde muy temprano, en parte por la etnia de la que proviene desde las raíces de su padre: la familia proviene de un famoso grupo social que habitaba en varios lugares durante el año, de ahí su sobrenombre y particular homenaje a los genes que corren por las venas de la bestia del peso wélter. El apego que posee hacia sus antepasados explica sus extravagantes looks al entrar al octágono, con el gorro de lobo particular sobre su cabeza.
Shavkat Rakhmonov trabajó de todo en su infancia. Desde vender tartas en su ciudad hasta ser mozo de almacén, adoraba pelear con niños de su edad en la calle, donde consiguió desarrollar la primera chispa de interés por las artes marciales mixtas. Los hermanos del peleador utilizaban al Nómada de reclamo, y pronto fue todo un fenómeno de combate en su barrio. La criatura tenía 13 años, y tumbaba a gente más mayor por diversión en la puerta de su casa. Un pasatiempo acorde con su naturaleza.
17 años tenía la criatura cuando partió hacia Kazajistán con la maleta llena de sueños. Sin embargo, los comienzos fueron difíciles para Rakhmonov. El joven peleador deambulaba de gimnasio en gimnasio, en busca de compañeros de sparring acordes a su tan bajo nivel, sin encontrar fortuna. Pese a ello, una vez encontró su lugar, comenzó a vencer en competiciones locales y nacionales de Sambo, mientras dejaba una ristra de ojeadores y miembros de las federaciones boquiabiertos y con la cara desencajada. Un fenómeno había nacido.
El mayor reto profesional para Rakhmonov llegó en 2014. El kazajo adoptivo quiso saltar a las artes marciales mixtas, y debutó ante Adam Tsurov después de arrasar de manera nacional y continental como peleador amateur en la disciplina. El Nómada finalizó a su oponente y, cuando giró para celebrar con su esquina, un emocionado Abdulmanap Nurmagomedov aguardaba junto al entrenador de la joven promesa, impresionado por el despliegue del competidor.
Abdulmanap y Shavkat crearon un binomio que perduró en el tiempo. Desde el inicio de la carrera del kazajo, el padre de Khabib fue el entrenador principal de la bestia, con la misión de trasladar su disciplina y método de entrenamiento al novato contendiente. El veterano preparador aseguró que formaba en el Nómada una bestia implacable, capaz de vencer a quien sea, de la manera más brutal posible y en cualquier circunstancia. El daguestaní, que pocas veces en la vida caía en el error, vio en el chico una mentalidad y capacidad de lucha diferente que cualquier competidor en su nación, y la pulió hasta crear un soldado perfecto.
Los números hablaron por sí solos, y la UFC no tuvo más remedio que fichar a Rakhmonov. Con un récord de 11 victorias, el Nómada mantuvo su récord invicto con una ristra de siete anestesiados y cinco estrangulados entre las compañías M-1 y Battle Of Nomads. Dana White había fichado a un coco, una máquina de aniquilar rivales perfecta, pulida y esculpida por uno de los entrenadores más influyentes de la historia de las artes marciales mixtas.
Sin hacer mucho ruido, mientras que otros competidores, que mucho tenían que hablar y poco demostraban en el octágono, los rivales de Shavkat Rakhmonov caían como moscas en la parte baja de los wélter de la UFC. Hasta la fecha, el Nómada recopila un total de seis victorias sobre el octágono más famoso del mundo, con cinco sumisiones y un knockout. Los fanáticos más casuales de la corporación de Dana White alcanzarán a conocer el próximo fin de semana a uno de los peleadores más letales del roster, que no tiene miramientos con ningún rival y que ya ha fulminado a competidores institución como Geoff Neal o Wonderboy Thompson.
El soldado Rakhmonov está listo para la batalla. Cañón engrasado en forma de dos tremendos martillos, la estrella kazaja buscará ejecutar ante Ian Garry una nueva actuación sublime para seguir mereciendo su gran fama adquirida dentro de la UFC. El hombre del saco de la compañía está de regreso, en busca de pagar los platos rotos de una contienda mundialista frustrada y demostrar que la llave del futuro reside en Kazajistán y está sobre los aposentos del Nómada, la nueva bestia negra de la corporación de artes marciales mixtas más grande del planeta.