Carlos Alcaraz es ambicioso, como revela que haya sido dos veces campeón de Grand Slam y el número uno mundial más joven de la historia antes de que el próximo domingo 5 de mayo cumpla 21 años. Ídolo en casa, donde encadenó dos triunfos en el Godó y otros tantos en Madrid, su condición de intocable como local en ATP se vino abajo.
Después de catorce victorias seguidas en la Caja Mágica, de 24 contando el Trofeo Conde de Godó, conoció la derrota a manos del ruso Andrey Rublev, 4-6, 6-3 y 6-2.
"Duele perder y tener opciones y no aprovecharlas", resaltó Carlos Alcaraz, quien en su valoración final del torneo no obvió de dónde venía, de un mes sufriendo por el origen de los dolores en el antebrazo derecho.
"Ha sido una semana muy positiva. Un día antes de empezar no sabía si iba a poder jugar. He llegado a cuartos a un buen nivel en líneas generales pero una vez que entro en pista no quiero perder. Llegué sin tocar raqueta. A ver si puedo recuperar mi derecha normal sin pensar en el antebrazo y a ver cómo evoluciono estas semanas", significó.
El murciano reveló que había sufrido una serie de problemas que perjudicaron su rendimiento en pista. "Ha sido un día difícil para mí después de un día como el del martes (los tres sets ante Jan-Lennard Struff), tan exigente, después de bastante tiempo. El brazo estaba con agujetas, estoy resfriado y me ha pasado factura todo eso", relató. En sus ojos vidriosos estaba la clave de este catarro ahora revelado.
Aunque no lo quiso exponer como una excusa, ya que "no voy a quitar crédito a Rublev, pero hay que lidiar con esto". Y se pidió más ante la adversidad. "Quizás mentalmente he sido más débil que otras veces. Me he quejado bastante, he sido un poco quejica".

Carlos Alcaraz, despidiéndose de Madrid
La próxima semana, al Masters 1000 ATP de Roma. "Creo que seguiré con la protección en el brazo por precaución. A ver cómo van estos días; el objetivo es ir a Roma con las mejores sensaciones posibles", destacó.