Los millonarios ingresos previstos por eventos y conciertos por Florentino Pérez están en peligro. La extraña dilación del alcalde Jose Luis Martínez- Almeida en salir a la palestra para agradecer la comprensión del Real Madrid hacia los vecinos denota un exceso de complicidad. La denuncia por la falta de licencias para los conciertos en el Bernabéu y la supresión de la contaminación acústica como derecho fundamental han puesto en jaque al coliseo madridista.
1. La periferia
En 1947 el estadio Nuevo Chamartín (se llamaba Estadio del Real Madrid) era la edificación más relevante y monumental del barrio periférico de Chamartín de las Rosas. Cercano a la Colonia de El Viso, ir al fútbol suponía cruzar campos labrados y caminos de piedra hasta dar con el paseo de la Castellana, alineada por montones de arena para ser alisada. El nuevo estadio, para 50.000 personas, se levantó en un descampado, sobre a lomos de un pedazo del viejo Chamartín.
2. Cambio de nombre
La construcción en las afueras de la ciudad seguía la lógica de los estadios de la época: sin problemas para aparcar, sin tumultos y sin ruidos. El 4 de enero de 1955 la junta del club propuso en Asamblea cambiar el nombre del recinto por el de ‘Estadio Santiago Bernabéu’ en reconocimiento al coraje de su presidente, que por dos veces puso el cargo a disposición. Sin embargo, el mandatario de Almansa, halagado, cedió ante la insistencia de sus directivos. 3. Destino: Tres Cantos
Más adelante, los éxitos del Real Madrid fueron aprovechados por el régimen franquista y convirtió el estadio en un santuario emblemático de culto a las victorias europeas. La ONU seguía sin aceptar a España. Hasta que en octubre de 1973 Don Santiago sorprendió con un plan para mudarse a Tres Cantos para hacer caja. Edificios y residencias habían estrangulado la instalación: Madrid había crecido desmesuradamente.
El proyecto se anunció a bombo y platillo en el boletín del club. El plan consistía en vender el actual recinto, cuyo precio se había multiplicado, para construir la torre más alta de Europa con 70 pisos, hotel y cinco hectáreas de parque. A cambio se anunciaba un estadio espectacular cubierto para 120.000 personas para escapar de la circulación y las molestas masificaciones en Castellana. Recalificaciones y permisos frenaron el proyecto.
4. Quimera Valdebebas
La segunda tentativa se fraguó en 2016. El ayuntamiento se negó a dar luz verde a la nueva reforma del Bernabéu ante las numerosas modificaciones que planteaba el club, entre ellas ganar terreno público. Una corriente apreciable de socios planteó utilizar los terrenos de Valdebebas para construir un nuevo campo donde hoy se aloja la Ciudad Deportiva. Florentino rechazó la idea.
5. 400 millones
Desde que en abril comenzaron los conciertos con el festival ‘Locos por la música’ el Madrid ha ido cumpliendo los contratos (hasta 11 conciertos) mientras los vecinos gastaban su dinero en mediciones de ruido, abogados y en popularizar su lucha. El Madrid tiene previsto recaudar al año por la explotación del recinto 400 millones, de los que el 30% son para sus socios, el fondo americano Sixth Street y Legends. En las oficinas de Valdebebas han cesado las llamadas de promotores desde que hace una semana se cancelaron los festivales.
6. Dopaje financiero
El próximo 24 de octubre está llamado a declarar José Ángel Sánchez, administrador único de Real Madrid Estadio, y otros imputados por un delito medioambiental. Martínez-Almeida y el concejal de Medio Ambiente, Borja Carabante, esquivaron la imputación. Florentino ignoró la tenacidad de una asociación bien organizada en un barrio de rentas altas y clase acomodada. El magistrado emérito del Tribunal Supremo, José Antonio Martín Pallín, dio otro empujón a la causa ciudadana acusando al club de “doparse con dinero púbico con los aparcamientos y actividades que no son deportivas”.
7. Contaminar se paga
Ciudadanos, juristas y urbanistas han tomado la palabra. “El principio en Derecho medioambiental es ‘el que contamina paga’ y no el de ‘pago para contaminar’. Al contaminador le sale barato contaminar en macro eventos de este tipo a costa a costa de la salud y derechos fundamentales de las personas”, sostiene Yamara García Viera, presidenta de Juristas contra el Ruido.
8. Silencio en el Spotify
Desde los despachos del FC Barcelona se siguen los acontecimientos de Madrid con un silencio seco. El nuevo Spotify Camp Nou lleva la etiqueta de un coliseo mediterráneo al aire libre, con bulevares periféricos y miradores espectaculares. La obra será considerada un símbolo de la ciudad y estará finalizada para el verano de 2026. El nuevo edificio es esencial para la recuperación económica del club, su viabilidad futura y para mantener el nivel de propiedad, repite Joan Laporta. En el Espai Barça cifran los futuros ingresos de explotación en 340 millones (Botiga, Museu, restauración, entradas, abonos y conciertos). El barrio de Les Corts toma nota.
Eladio, primer jugador blaugrana en recibir la tarjeta amarilla
La defensa formada por Rifé, Torres, Gallego y Eladio llegó a ser cantada de carrerilla durante años por la afición culé. Gallego era seguro y marcaba territorio, Torres era sigiloso y Eladio fue un lateral izquierdo expeditivo y fiable. La temporada 1970-71 empezó con la novedad de la aplicación de las tarjetas amarillas, amonestación que comenzó a utilizarse en México-70 siendo el soviético Kaji Asatiani el primer futbolista en recibirla en el partido inaugural México-URSS. La nula incomprensión del idioma entre árbitros y futbolistas y la dureza en ascenso en Inglaterra-66, en especial sobre Pelé, llevó a tomar la determinación basada en los colores amarillo y rojo de los semáforos (advertencia y sanción). El primer jugador del FC Barcelona en ver la tarjeta amarilla fue Eladio en un Sabadell-Barça disputado el 24 de enero de 1971, dirigido por el colegiado Medina Iglesias en el que los arlequinados se impusieron al conjunto de Vic Buckingham (2-1) con dos goles de Garzón y uno de Rexach.