El enigma de las bombas que cayeron en la Basílica del Pilar de Zaragoza y nunca explotaron, ¿milagro o conspiración?

HISTORIA

Artefactos que no explotaron, acusaciones cruzadas de franquistas y republicanos, misterios sin resolver…

Portada de El Noticiero el 4 de agosto de 1936 - Día del bombardeo de la basílica del Pilar - Origen de los datos: Ayuntamiento de Zaragoza (Hemeroteca Digital)

Portada de El Noticiero el 4 de agosto de 1936 - Día del bombardeo de la basílica del Pilar - Origen de los datos: Ayuntamiento de Zaragoza (Hemeroteca Digital)

Las fake news son un clásico de esta época. De eso no hay dudas. Y las redes sociales han acentuado mucho la circulación de noticias falsas que compiten deslealmente con la producción de los medios tradicionales. Hoy es una tendencia peligrosa, pero hay que decir que la información deliberadamente falseada existe hace mucho.

El caso del bombardeo de la Basílica del Pilar en los años de la Guerra Civil española es un buen ejemplo. Hay versiones radicalmente diferentes sobre el hecho, airadas desmentidas, un abanico de afiebradas mitologías y sobre todo una utilización a conveniencia de los ocasionales narradores.

Ocurrió el 3 de agosto de 1936, pero aún permanecen abiertos muchos interrogantes. Bombas que no explotaron, acusaciones cruzadas de franquistas y republicanos, misterios sin resolver… Han pasado casi 90 años de aquel incidente que afectó especialmente a Zaragoza pero conmovió a toda España y todavía queda tela para cortar.

Zaragoza bajo un bombardeo sorpresivo y fallido 

El bombardeo de la Basílica del Pilar de Zaragoza ocurrió apenas dieciséis días después del inicio de la Guerra Civil. Las bombas que cayeron pero no explotaron se han convertido en un símbolo cuyo significado ha trascendido lo meramente histórico para adentrarse en el terreno de lo mítico y lo propagandístico.

Zaragoza ya estaba bajo el control de las fuerzas sublevadas contra la Segunda República cuando sucedió este hecho. La ciudad, de gran importancia estratégica, se convirtió muy pronto en un bastión nacionalista. Su relevancia no era sólo militar, sino también simbólica, dado que la Basílica del Pilar, un sitio venerado por una gran parte de los zaragozanos, era -y sigue siendo hoy- uno de los máximos exponentes del catolicismo español, la religión que los sublevados habían enarbolado como una de sus banderas ideológicas. El propio Francisco Franco, líder de la sublevación, profesaba públicamente su devoción hacia la Virgen del Pilar.

En la madrugada del lunes 3 de agosto de 1936, el zumbido insistente del motor de un avión despertó a numerosos zaragozanos. Sobrevolaba la ciudad a baja altura y pasó varias veces por la zona de la Basílica antes de lanzar cuatro bombas que nunca explotaron.

Las bombas fueron posteriormente identificadas como del tipo Hispana A6 (de 50 kilogramos cada una) y cayeron en diferentes puntos. Una quedó incrustada en el pavimento de la plaza del Pilar, a escasos diez metros de la fachada principal de la catedral, otras dos impactaron sobre la cubierta de la Basílica -una de ellas dañó sensiblemente el techo decorado con el célebre mural La adoración del nombre de Dios de Francisco de Goya, un fresco considerado como la primera obra importante del excepcional artista tras regresar de Italia- y la restante cayó al río Ebro.

La identificación exacta del avión que las arrojó también ha sido objeto de debate histórico. Durante décadas se aseguró que se trataba de un trimotor Fokker F.VII perteneciente a las Líneas Aéreas Postales Españolas y militarizado por la Generalidad de Cataluña. Pero investigaciones más recientes realizadas por los historiadores Dimas Vaquero y Antonio Pujol Beltrán han determinado que realmente se trataba de un Breguet 19 "5.

Y además existe una controversia sobre la identidad del piloto del avión bombardero. Primero se habló de Manuel Gayoso Suárez, un militar que fue pionero de la aviación española, pero hay investigadores que sostienen que fue el sargento Emilio Villaceballos quien despegó desde el aeródromo de Canudas (actualmente aeropuerto del Prat de Llobregat) hacia Zaragoza.

El milagro de la Virgen del Pilar y la propaganda

Inmediatamente después del bombardeo, se produjo una rápida interpretación religiosa de los hechos: los artefactos no habrían explotado gracias a un milagro de la Virgen del Pilar, una narrativa que encajaba perfectamente en el discurso ideológico del bando nacionalista, que se presentaba como defensor a ultranza de la tradición católica española.

Pero la dimensión propagandística del suceso fue explotada intensamente por ambos bandos. Los nacionalistas lo utilizaron como prueba indiscutible de que Dios estaba de su parte, con el objetivo de elevar la moral de sus tropas y aumentar el apoyo popular a su causa. Y los republicanos propagaron la noticia falsa de que la Basílica había sido completamente destruida. Las fake news en los años de la Guerra Civil, en suma.

Las cuatro bombas que no explotaron fueron recuperadas y desactivadas por artilleros de la Maestranza de Zaragoza. Durante años se dijo que ese trabajo estuvo supervisado por el teniente coronel Manuel Cella, director del Parque de Artillería de Zaragoza, quien además había emitido un informe técnico. Dos de las bombas que se pudieron recuperar fueron donadas al Cabildo y expuestas como trofeo de guerra y evidencia concreta del supuesto milagro. Hoy están exhibidas en uno de los pilares próximos a la Santa Capilla de la Basílica. ¿Pero son esas bombas las verdaderas? ¿Existió el teniente coronel Cella? Las discusiones en torno a estos hechos se multiplicaron con el paso del tiempo.

Nuevas versiones, nuevas polémicas

En los últimos años, algunos historiadores han reexaminado críticamente este episodio y han aportado nuevas perspectivas. El historiador Anton Pujol Beltrán ha publicado en 2023 un libro titulado El bombardeo del templo del Pilar: Zaragoza, 3 de agosto de 1936. El mito al descubierto, que presenta una versión de los hechos basada en el análisis minucioso de archivos militares y diversas fuentes documentales.

Pujol Beltrán afirma que las bombas exhibidas en la Basílica no son las verdaderas y que Manuel Cella es un personaje ficticio. Según su investigación, el jefe de la Maestranza de Zaragoza era en realidad el teniente Manuel Galbis Golf.

Otro historiador, el zamorano Dimas Vaquero, ha señalado que el piloto republicano que llevó el avión hasta Zaragoza desconocía que dos compañeros habían desactivado previamente las cuatro bombas que termino lanzando. Esta teoría sugiere un sabotaje interno en el bando republicano, posiblemente por parte de aviadores que, aunque fieles a la República, no deseaban destruir un monumento religioso de tanta importancia. E incluso hay historiadores que han especulado con un montaje propagandístico orquestado desde el propio bando nacionalista para inculpar a los republicanos.

El noticiero - Día del bombardeo a la basílica de Zaragoza | Hemeroteca ayuntamiento Zaragoza

El noticiero - Día del bombardeo a la basílica de Zaragoza | Hemeroteca ayuntamiento Zaragoza

Lo cierto es que casi noventa después, el bombardeo del Pilar sigue ocupando un lugar especial en la memoria colectiva española y particularmente en la aragonesa. Las bombas expuestas en la Basílica se han convertido en un atractivo turístico y un recordatorio tangible de aquel episodio.

Pero lo que este singular suceso ilustra perfectamente es cómo los acontecimientos históricos pueden ser interpretados y reinterpretados en función de perspectivas políticas e ideológicas cambiantes. Lo que inicialmente se presentó como un milagro incontestable ha sido posteriormente analizado con una metodología histórica crítica que ha revelado otros matices.

Propaganda y mito se entrelazaron de manera casi indisoluble en la narrativa de un hecho que sigue generando preguntas, investigaciones históricas y nuevos enfoques. Esta historia empezó hace mucho pero parece que está lejos de quedar definitivamente cerrada.

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