Llegué a Verbier hace unos años, sin saber que este pequeño rincón de los Alpes suizos, entre las fronteras de Francia e Italia, cambiaría mi vida. Lo que al principio parecía ser solo un paisaje de postal pronto se convirtió en mucho más: un escenario lleno de posibilidades, de personajes únicos y de aventuras que no me imaginaba vivir. Verbier es así, un lugar que te da la bienvenida con la nieve y el sol, pero también con una energía que te empuja a descubrir y a redescubrirte.

Verbier tiene una atmósfera única en el mundo
Mi historia en estas montañas comenzó como la de muchos que llegan aquí: buscando un cambio, algo diferente, algo que me diera un respiro de la rutina. Venía de Sevilla, de Triana, un lugar cálido y lleno de vida de calle folklore, pero nunca había visto nieve hasta noviembre de 2019. Dejé todo atrás, pedí un préstamo y me aventuré a este nuevo mundo, asustada y emocionada a la vez. Comencé trabajando como camarera en el Hotel W, luego como bartender, y firmé mi contrato fijo justo antes de la cuarentena por la COVID-19. Pronto comprendí que Verbier me quería para largo.

Verbier desde el aire
Eso está guay. Te lo intento resumir cortito. Hay una historia. Mi historia en estas montañas comenzó como la de muchos otros: buscando entre la adrenalina una alternativa de vida. ¿Quién no ha soñado con dejarlo todo y buscar un nuevo comienzo en un lugar así? En Verbier, al salir de casa puedes decidir quién quieres ser, qué niño quieres volver a ser. ¿A qué jugamos hoy? En esta comunidad, no hay miedo a ser juzgado por seguir soñando y jugando como si fuéramos Peter Pan. Aunque, claro, eso tiene sus pros y contras, sobre todo cuando buscas el amor de tu vida jajaja.

La vida en Verbier, la vida mejor
La estabilidad que encontré aquí me permitió conectar con la naturaleza como nunca antes. Después de probar todos los deportes que la montaña ofrece, vi la oportunidad de volver a mi pasión por la fotografía. Mi familia siempre ha estado ligada al arte, especialmente mi padre, quien trabajó en el mundo del teatro y el cine. Gracias a ese bagaje, las montañas de Verbier me ofrecieron el escenario perfecto para mi crecimiento como fotógrafa. Las cumbres se convirtieron en mis maestras, enseñándome no solo a ver la luz, sino a sentir cuándo debía aventurarme a la montaña y cuándo no. Porque aquí, en la montaña, aprendes a respetar lo impredecible. He vivido momentos en los que una mala decisión podría haber cambiado todo, y otros en los que la belleza de lo simple, como una cabaña refugio perdida en la inmensidad, me ha dejado sin palabras.
Verbier es un lugar de contrastes, y eso es lo que lo hace tan único. Por un lado, es un destino sofisticado, donde antiguamente la realeza y celebridades venían a escapar de los paparazzis para pasar sus navidades en chalets privados. Por otro lado, es un lugar lleno de espontaneidad, donde cada día puede traerte encuentros inesperados y nuevas aventuras. Y esa dualidad es lo que lo hace tan especial.

Verbier es el patio de recreo de los Alpes
Los días soleados aquí son casi interminables. Mientras el valle aún espera los primeros rayos de la primavera, en Verbier se puede esquiar bajo el sol, incluso con un bikini debajo del traje para tomar un poco de vitamina D. Pero cuando los cielos se nublan, la niebla convierte el paisaje en un lienzo misterioso, creando condiciones perfectas para atardeceres mágicos que pintan el cielo en tonos rosados, dorados y azules, atardeceres de colores tan únicos que me recuerdan a una aurora boreal, momentos en los que te das cuenta de lo afortunada que eres de estar aquí.
No y no todo es esquí en Verbier. Las posibilidades de aventura son infinitas. Desde el heliesquí, parapente, patinaje sobre hielo, hasta caminatas con pieles de foca en tus skis, con raquetas de nieve, paseo en trineo con huskies, y donde cabe una fondue en cada plan… romantizando un picnic en cada rincón con una vista. Terminamos llamando a este lugar: un playground infinito. Y lo que muchos no saben es que Verbier en verano es igual de impresionante: montañas verdes, lagos cristalinos y una tranquilidad que no encuentras en otros lados.
El après-ski en Verbier también es digno de una mención. Los lugares están cuidadosamente ubicados para enmarcar las vistas de las montañas, y en el invierno, DJs y bandas en vivo crean una banda sonora única que acompaña el paisaje de manera perfecta. Es en estos momentos de relax, rodeada de amigos y desconocidos que se convierten en compañeros de aventuras, cuando reflexiono sobre mi recorrido. “Sex is on fire” podrás escucharlo cada semana una vez mínimo, y después de 5 años te digo que la bailaras con la misma intensidad al compartir esa energía con la gente bailando en ropa de ski tirando cervezas abrazándose y un techo abriéndose al completo, para airear literalmente el ambiente mientras cae la nieve. Lo que te digo, contrastes.

En Verbier todo vale
Llegar a Verbier es fácil, gracias a las increíbles conexiones de transporte público suizo. Puedes tomar un tren desde Ginebra o Zúrich, y en unas pocas horas estarás aquí, en el corazón de los 4 Valles, el dominio esquiable más grande conectado de Suiza. Con más de 400 kilómetros de pistas, tienes todo a tu disposición, y las vistas desde las cumbres son simplemente espectaculares.
Además, Suiza tiene una manera muy especial de cuidar su estética. Las casas de Verbier mantienen su identidad alpina, con fachadas de madera y tejados inclinados, en perfecta armonía con el paisaje. Eso es lo que hace de este lugar algo tan auténtico: el equilibrio y respeto entre lo moderno y lo tradicional, entre la naturaleza y la sofisticación.

Sin duda, un lugar de ensueño
Me siento afortunada de poder inmortalizar la esencia de este lugar a través de mi lente. Verbier me ha permitido crecer no solo como fotógrafa, sino como persona. Cada montaña tiene su historia, y poder capturar esas historias es lo que me mantiene enamorada de este lugar. No sé si algún día me iré, pero si lo hago, sé que siempre llevaré un pedazo de estas montañas conmigo. Verbier tiene una magia difícil de explicar, pero si vienes al menos una vez, entenderás lo que quiero decir.